1. Plantando la bandera.


    Fecha: 15/12/2022, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Pilar caminaba por la orilla, cargada con su bolsa de playa y un esterillo para tumbarse en la arena.
    
    Estaba contenta. Con cada paso que la acercaba a la parte más retirada de la cala, se le avivaba la expectación de lo que estaba por llegar. Aun pensó en dar media vuelta, pero esta vez fue fácil desechar la idea. No se iba a echar atrás. Estaba excitada y motivada. Hoy sería el día.
    
    Un pareo de gasa oscura la cubría, pero era tan ligero que ella se sentía casi desnuda. A través de la fina tela, podía sentir el calor de los rayos de sol y la bochornosa brisa que la pegaba a su cuerpo, como si de una segunda piel se tratara. El roce debido al contoneante movimiento, la excitaba cual suave caricia. Básicamente porque debajo del pareo, apenas un tanga cubría su cuerpo. Senos y glúteos desnudos, adivinándose al trasluz.
    
    Pensó en el efecto que provocaría en cualquier hombre cuando se lo quitara. No sería la primera vez que se exponía de esa guisa en la playa, pero lo de mostrar su desnudez era algo que siempre le provocaba una subida de adrenalina. Probablemente porque era algo que se había prohibido toda su vida. O más bien, le habían prohibido. Fue su primer tabú roto una vez se divorció.
    
    Recordó a Julián su ex marido. Era el culpable. Siempre preocupado porque no mostrara nada. Incluso en la playa, cuando tomaba el sol, torcía el gesto si ella se desabrochaba la tira trasera del bikini, para no dejar marca. ¡Por Dios, en la época del topless y del nudismo!
    
    Cuanto ...
    ... había deseado Pilar sentir el sol, aunque solo fuera una vez en su vida, calentando sus pezones. El aire acariciando sus tetas blancas como la leche y que poco a poco, fueran poniéndose morenas. Tarea imposible. Cualquier intento, aunque solo fuera una sugerencia, generaba la bronca del siglo. Y ella siempre dando su brazo a torcer. ¡Qué tonta había sido!
    
    Dicen que cuanto más tiempo pasan dos personas juntas más se conocen, pero Pilar creía que ese no era su caso. ¿Dónde estaba ese chico atento y cariñoso con el que se había casado?
    
    No lo reconocía en el hombre que se acostaba con ella. Aquel que cuando tocaba tener sexo, insistía en ver videos porno “porque eso mejoraba las relaciones y los ponía a punto de caramelo”. Aburridas películas que no conseguían ver más de quince minutos. Repetitivas hasta el hartazgo. La misma secuencia de posturas y actos, que a veces solo alteraban el orden. Que solo lo excitaban a él. Ella se identificaba más con las chicas protagonistas: simulando disfrutar pero con la mirada inconfundible de hastío, de desilusión, de estar interpretando un papel para ellos y por ellos. Mujeres que vendían algo que realmente no sentían ni les gustaba.
    
    ¿Cómo podía pensar su marido que algo así la estimulaba? ¿Cómo podía Julián no darse cuenta que una sola tarde en la playa, enseñando los pechos, sintiendo el sol y el viento sobre ellos, expuestos y desafiando las miradas, miradas de admiración y deseo de algunos hombres… como no se daba cuenta que eso ...
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