1. Abusé de la soltería de mi tía Amparo


    Fecha: 05/12/2022, Categorías: Incesto Autor: Alphy Estevens, Fuente: CuentoRelatos

    ... regresé a la realidad. Debía escaparme de ahí o cometería una locura. Era cierto que la tía me volvía loco pero del dicho al hecho, jamás me atrevería a insinuármele a la tía.
    
    -Ya regreso, tía. Voy a buscar un ungüento en mi habitación para untártelo ahí -pronuncié esas palabras para escabullirme y no seguir torturando mi humanidad.
    
    Subí rápidamente y regresé con la crema. La tía Amparo yacía en la cama con una pierna recogida y la otra lesionada estirada hacía el borde del colchón. La vista era más explícita. Con su pierna recogida, dejaba al descubierto parte de su trasero y una flor plateada con pistilos color rosa. Un ligero camino de vellos grises, bien rasurados, adornaba aquel arreglo floral que se negaba a marchitarse con el pasar del tiempo. Cuando me vio llegar, recogió su pierna y arregló la toalla para negarme la sensacional panorámica.
    
    Masajee su tobillo con la pomada mentolada y por momentos me aventuraba a subir hasta su rodilla. Mi polla estaba a reventar. Le pregunté si quería que le masajeara la otra pierna y me dijo con tono relajado que lo dejara para la noche. Me comentó que el largo viaje en autobús la había estropeado mucho y que un masaje de su sobrino no le caería mal.
    
    Cayó rendida del cansancio. Aproveché y subí a mi cuarto y me recosté en la cama con la intención de relajarme y despejar la mente de aquel episodio sorpresivo y cachondo. Cuando desperté, ya la luz solar de aquel martes de junio había escondido su rostro.
    
    Habían pasado ...
    ... cuatro horas desde que me sumí en aquel descanso merecido. Recordé la escena temprana y me vestí rápido para ver como seguía mi tía Amparo y para prepararle algo de comida.
    
    En la cocina, ya la tía tenía adelantada parte de la cena. Cojeaba un poco pero percibí que no era nada grave.
    
    -¿Cómo sigues tía? -Le pregunté.
    
    -Bien, sobrino. Solo me duele un poco pero ya se me pasará. -Contestó.
    
    La ayudé a terminar la pasta con salsa marinera que había calentado y arreglé la mesa para disponernos a comer.
    
    La tía llevaba un pijama de algodón de una sola pieza que mostraba sus torneadas piernas hasta la mitad de sus macizos muslos. Se había puesto un sutil y delicado perfume que apenas se percibía. Enseguida descubrí que no llevaba brasier. Sus melones frescos saltaban juguetones a cada paso que daba. Destapé una botella de Marqués de Riscal y llené dos copas para acompañar la cena. La tía era de gustos exquisitos y quería complacerla.
    
    Disfrutamos el buen momento y charlamos relajados y poniéndonos al día con los cuentos de la familia.
    
    Le serví el postre y me percaté de que nos habíamos tomado la botella en el transcurso de la amena comida. Destapé otra botella y nos fuimos al sofá que tenía en el balcón y que dominaba una vista espectacular sobre la bahía.
    
    -Quieres un cigarrillo, tía -le ofrecí con naturalidad. Sabía que la tía se fumaba uno que otro en ocasiones especiales
    
    -Claro, Albertico. Tengo días que no me fumo uno.
    
    Nos servimos dos copas más y sentía ...
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