1. Abusé de la soltería de mi tía Amparo


    Fecha: 05/12/2022, Categorías: Incesto Autor: Alphy Estevens, Fuente: CuentoRelatos

    La reconocí por la voz ronca que le gritaba al chofer del autobús que no le maltratara su equipaje.
    
    -No me las toque, por favor, yo misma las bajo -Le decía al paralizado hombrecito que intentaba repartir la infinidad de maletas a los pasajeros que trasladó desde la capital hasta el pequeño pueblo donde yo vivo.
    
    Mi tía Amparo era muy celosa con sus inseparables Sansonite. Con ellas recorrió parte del mundo en su afán de compensar su incomprensible soltería. Desde hacía diez años que no la veía. Al notar mi presencia, arrastró sus maletas hacía mí y se las quité y la conduje a mi carro para llevarla al apartamento.
    
    -¿Cómo estás tía Amparo, tanto tiempo sin verte?
    
    -Dios te bendiga Albertico, como has cambiado -respondió.
    
    Me estampó un beso en la mejilla y su suave aroma a perfume fino me llego hasta el hipotálamo. La señorita Amparo, así le decían los peones de la finca que mi tía había heredado de mi abuelo. Contaba con, creo yo, unos cincuenta y cinco años. Todos los primos nos preguntamos alguna vez, la razón por la cual nuestra tía no se había casado. Mucho especulábamos que era debido a su mal carácter. Físicamente, la tía era una mujer hermosa y con un cuerpo espectacular. Mi papá me contaba que había rechazado algunos pretendientes y que muchos también habían corrido despavoridos por su imponencia y su estilo independiente. Le gustaba mandar y eso lo había heredado de mi abuelo.
    
    -Que placer tenerte por aquí. Te agradezco que hayas venido a meterme ...
    ... una mano mientras Sofía regresa del exterior. –le respondí.
    
    Mi esposa regresaba de viaje dentro de algunos días y le pidió a la tía Amparo que me ayudara con el negocio de alquiler de yates que tenía aquí en este pequeño paraíso caribeño. Ella encantada. Siempre decía que el mar la hacía recuperar años de vida.
    
    Ya en el apartamento, la ubiqué en su dormitorio y arreglé su equipaje con sumo cuidado.
    
    -Ahí tienes todo tía. Toallas, sábanas, jabones, crema dental. Si necesitas alguna otra cosa me avisas -Agregué.
    
    Sofía me había encargado con sumo interés, atender a la tía como a una reina. Me recalcó que no la hiciera agarrar rabietas porque era capaz de recoger sus cosas y regresarse. Sabía lo malcriada y exigente que era.
    
    Mi esposa y yo llevábamos diez años de casados. Los hijos nos habían sido esquivos. Sofía había tenido como tres embarazos ectópicos y habíamos decidido descansar por un tiempo hasta sanar bien las heridas emocionales. A mis cuarenta años, había aprendido a no forzar las cosas.
    
    A mi tía, la había acomodado en una habitación que fungía de oficina. Ahí estaba mi ordenador y un pequeño escritorio que movimos a un extremo para abrirle paso a un sofá cama para ella.
    
    Estaba impresionado como se conservaba la hermana menor de mi padre. Desde siempre, era un prototipo de mujer que no pasa desapercibida. Tiene unas nalgas redondeadas que debajo de su pantalón amenazaban con desgarrarlo. Sus piernas eran la envidia de mis otras tías. Era de estatura ...
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