1. Mi Cesar


    Fecha: 16/06/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... su cuarto. La luz estaba apagada. No se podía ver bien, pero tuve la sensación de que iba a ver algo bueno. Estaba temblando. Levante sus cobijas un poco para poder ver su pierna, pero al verlo tan dormido levante la cobija hasta su cintura. Y se movió. Me aterré y quise salir huyendo, pero mis piernas no respondieron. No despertó. Regrese lentamente a mi sitio, frente a su cama. Estuve así no se cuanto tiempo. La leve luz que entraba de la calle a su recamara fue suficiente para que mis ojos se acostumbraran después de un rato. Ya me estaba durmiendo cuando vi sus manos ponerse entre sus piernas. Se acaricio las piernas y me parece que bajó su calzoncillo, acariciando sus nalgas. Se volteó para quedar boca arriba, sus manos jugaban entre sus testículos, sus nalgas y sus piernas. ¿Cuando había aprendido eso? Note, entonces, ese sube y baja en su mano, sobre su pene. No lo creía, me dolía rico, allí. Me estaba mojando y sentí la urgencia de tocarme también, de jalar mis pezones, de chuparlos y jalar mi clítoris hasta explotar. Contuve la respiración mientras mi Cesar se enderezaba. Mi corazón casi se detiene. Busco algo que después deduzco fue un condón, pues lo coloco sobre su bien formado pene y continuo sin haberse percatado de mi presencia. Siguió un rato más hasta que oí su gemido más largo pero también el más silencioso. Se había venido. Yo me había acariciado igual. Quise detenerme pero mis manos buscaron mi clítoris y mis pezones. Casi me vengo. Duro un poco más de ...
    ... diez minutos pero eso fue suficiente para que pronto volviera a dormir. Me asegure que durmiera y salí. Estaba tan caliente que me encerré en mi recamara, donde mis dedos jalaron y frotaron mi clítoris y se hundieron hasta que caí de rodillas en un orgasmo como no la había sentido antes. Mis piernas no tenían fuerzas, me quede tirada junto a la cama durante un rato. Chupe mis dedos llenos de mi sabor. ¿Qué me estaba pasando? Me calentó ver a mi Cesar masturbarse y ahora chupaba mis jugos. Me estaba sintiendo tan cachonda, tan ardiente, quería sentir un pene dentro de mi, quería chuparlo, quería que me chuparan toda, toda, que una lengua probara el sabor de mi boca, de mis senos, de mi vientre y mi sexo, que sostuvieran mis piernas mientras entraban fuertemente frente a mi, que me pusieran como una perra y sin verle sentir que entraran y sostuvieran mi cabello. Quería que me dijeran que me amaban, que querían lo que se comían, que les gustaba lo que tocaban. Quería a mi Cesar hasta el fondo. Me detuve, fui al baño y ahí con agua fría trate de calmar esa ansia, esos pensamientos, esas ganas de ser poseída. Te juro que lloré toda la noche pensando que ardería en el infierno, y que me estaba aprovechando de mi Cesar, es decir, de su condición. Me despertó el sol entrando por la ventana. Me sentía tan bien pero tan mal. Cesar tocó a la puerta preguntando si íbamos a desayunar. Le dije que sí, salí a la cocina. Encontré a mi Cesar poniendo la mesa, al acercarme me miro raro, descubrí ...
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