1. Mi Cesar


    Fecha: 16/06/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... manos aprendieron cada rincón de mi cuerpo que me produce placer. Nunca pensé en un juguete. Nunca podría entrar a una tienda por esos juguetitos. Pero al ver el tamaño que tenía mi Cesar, no pude, si no recordar como se siente ser penetrada hasta el fondo, sin descanso, intensamente. Recordé la lengua sobre mi lengua, mis pechos, mis piernas, mi sexo y a un pene sobre mis pechos, su aroma, su sabor, su textura, su tibieza. ¿Sentiría lo mismo? ¿Podría tener un pene de ese tamaño de nuevo? ¿Me dolería? ¿Cesar ya se masturbaba? Tendría que hacerlo. Era un joven muy normal y fuerte. Se vendría muy fuerte y abundantemente, además la erección le duraría un poco más, pues su juventud le permitiría. Si. Me imaginaba a mi chiquito jalando su pene hasta eyacular un mar. Sacudí mi cabeza. ¿Cómo diablos estaba pensando eso de mi hijo? Si se masturbaba, probablemente lo haría por la noche o en la regadera. Sus calzoncillos olerían a semen. Revisé la ropa antes de ponerla en la lavadora. Sus calzoncillos estaban todos limpios, excepto uno. El de ese sábado por la mañana. Tenía ese ligero aroma. Hace cuanto no había tenido ese aroma. Cerré los ojos para concentrarme más. Aquí estaba. En una pequeña mancha. Si. No pude evitar pensar en el sabor. De nuevo sacudí mi cabeza. Puse todo a lavar. Me sentí sucia. Muy culpable de saber algo que no debía. Pero, desde ese día, revisaba sus calzoncillos, en busca de ese aroma tan rico. Lo descubría una o dos veces por semana. Y pronto pude saber en ...
    ... que días lo hacía. Cesar paso de ser mi angelito, a mi objeto de investigación. Me ponía a pensar sobre lo que imaginaba para masturbarse. ¿Yo? Sus amigas eran más su tipo. También note algo más. Me mojaba. Ya sé que te parece loco. Pero me mojaba. Ese olor y sabor. También paso eso. Con la punta de mi lengua probé varias veces su sabor. Una ocasión mientras comíamos su favorito, mole con pollo, lo miraba curiosa por su desfogue sexual, cuando me dijo que lo miraba raro. No pude evitar enrojecer. Imaginaba sus manos acariciando su pene hasta venirse y comenzar a limpiar, cerrar su calzoncillo y mancharlo con unas gotitas, para mi, sólo para mi. Tenía que dejar de hacer eso. Pero me fascinaba encontrar esas gotitas. Y, ahora se juntaba con la caza de su horario de placer. Quería verlo masturbándose. Ver como se retorcía cuando se venía. Tuve que ser más concentrada en la oficina pues ya me había cachado el gerente imaginando cuando elaboraba un informe. Y es que tan solo de pensar en su cuerpo, su sudor, su pene y su semen me hacía perder la noción del tiempo y de lo que hacía. El viernes por la noche tomamos nuestra cena como siempre. Sabía que ese día era el que eligió para hacerlo y yo lo iba a ver. Fue a su cama, se despidió con su besito lindo y sus dientes recién cepillados. Su aliento. No fui a la cama y le dije que miraría uno de esas películas tontas que pasan por la noche. Ya eran más de las doce cuando decidí subir a su recamara. De puntitas y sin zapatillas entré a ...
«1234...»