1. Mi Cesar


    Fecha: 16/06/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Él es un joven muy dulce. Tiene ya sus 18 años entrados a 19 este otoño. No es como piensas, un galán. No. No es común. Tiene un nivel de síndrome de Down. No le cuesta trabajo expresarse o jugar. Quien lo ve me dice que parece muy normal. Yo les digo que es normal. Un joven con mucho ánimo y energía. Desde que mi esposo me dejo, cuando supo que mi Cesar tenía trisomía 21, las cosas fueron muy difíciles. El médico me recomendó ejercicio y una dieta baja en grasas y carbohídratos para evitar que él tuviera el problema del sobrepeso. Desde entonces yo también cambie de dieta y hago ejercicio regularmente. Después del trabajo, paso por él, a su escuela. Hace un tiempo me platico de que una de sus compañeras le pidió que fuera su novio. ¡Que niñas tan aventadas! No se me hubiera ocurrido hace. bueno en mi época. Yo no hubiera sido capaz. También él, mi César, está cambiando. Sus cambios físicos comenzaron hace apenas, y por supuesto, su curiosidad acerca del sexo opuesto y sobre el sexo propiamente. Una mañana de sábado, desde la puerta de mi recámara me preguntaba que si me podía hacer una pregunta, que si no me iba a enojar. Yo le respondí que no. Que no tenía que enojarme cuando él me preguntara; que lo hiciera. Y entonces se acerco a mi. ¡Menuda sorpresa me lleve! ¡Tenía una erección y realmente era muy grande lo que veía! Me pregunto que por que le pasaba eso, que ya le había sucedido otras mañanas y que no entendía la razón. Aún en shock, le pedí que se acercará. Su papá ...
    ... era así. Lo tenía del mismo tamaño. Sus boxers de botoncitos casi se rompían de la presión. Le pedí que me dijera si había soñado con chicas, mientras mis ojos no podían dejar de ver semejante miembro. Me dijo que no. Que sabía que los chicos de su edad podían soñar así, que en su escuela les habían dicho, pero que él no había soñada nada así. Ya en tono preocupado me cuestiono si era normal. Luego de escucharlo le pregunte si le dolía, y respondío que si. Desabotone su calzoncillo y contemple esa belleza por completo, larga y gruesa, ahora libre. Se ruborizo y aunque protesto, solo opte por decirle que era mi hijo, que lo había visto más de una vez a su pene, que yo le había enseñado a orinar y que no tenía por que ser tan vergonzoso. Que además ya no le dolía. A pesar del sermón, no dejaba de taparse, estaba todo rojo. Y me pidió que no lo viera. Le dije que eso sucedía por que se acumulaba orina. Que lo mejor era que fuera al baño y que era de lo más normal, que a todos los hombres les pasaba. Me agradeció y salió de mi recamara. Y desde ese instante tuve otros pensamientos. Me acordaba de las sesiones de sexo con su padre, de las noches sin él, de los pocos amantes que me llevaron a hoteles sencillos para apagar mi ansia y lo pobre que resultaba su arte amatorio. Su labia me hacia mojar esperando el momento, pero su tamaño y desempeño dejaron mucho que desear. Me dedique mejor a cuidar a Cesar y a olvidar a los caballeros poco expertos. Eso sí, confieso abiertamente, mis ...
«1234...»