1. Mi Cesar


    Fecha: 16/06/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... que llevaba mi bata de dormir, una batita linda color negro hasta el muslo, pero no llevaba algo más. Cesar dijo amorosamente que me veía muy bonita, que nunca me había visto así antes. Me acerque y lo abracé fuertemente, su aliento lo sentí sobre mi pecho, mis pezones se pusieron duros, lo sostuve unos minutos, era tan agradable esa sensación, su aliento y sus manos sobre mi cintura. Sostuve su carita y puse la mía frente a la suya. Lo estaba respirando, mi interior dolía de las ganas de tenerlo, temblaba de ansia. Le pregunte si sabía que lo quería mucho, el dijo que sí, que él también me quería. Pero, ahí estaba de nuevo esa sensación de culpa. Le pedí que sacará la fruta y la verdura para empezar a preparar. Todo ese movimiento de batir, cortar, freír, y demás acciones en la cocina provocaban que mis pechos asomaran una que otra vez, sin salirse, pero tan voluptuosos que nadie podría dejar de verlos, aunque fuera por accidente como mi Cesar. Estaba tan rojo; aunque sabía la respuesta le pregunte que que le ponía tan avergonzado. Él dijo que nada y a quemarropa le pregunte que si estaban bonitos mis pechos, mientras los sostenía haciéndolos más evidentes a sus ojitos. Cesar casi estalla de vergüenza, sólo dijo que que preguntas le hacía y yo le respondí que lo que se pregunta cuando alguien quiere saber si le quieren. Me reí como una tonta adolescente coqueteando con el novio. Cesar me contesto en una frase rápida y simple, que se veían muy bonitos como mis piernas y ...
    ... mis pompis. Ahora la que se ponía roja era yo. Me había visto toda. Mi pechos que caben en un bra 34E, mi cintura 66 y 92 de trasero habían sido contemplados por completo. Al verme tan callada me pidió que no me enojara, que sólo me había visto así pues al pasar a la cocina era inevitable, le dije que no era eso, que le agradecía que fuera tan sincero. Terminamos el desayuno como si fuera otro sábado más y me dijo que se iba a bañar pues sus amigos le habían invitado al cine, que si me acordaba. Le dije que sí aunque en realidad no me recordaba de eso, y me dije que si no me atrevía ahora, no lo haría después. Del gabinete tome la botella de tequila y en caballito serví hasta el borde. Lo bebí de un golpe y fui al baño. Me detuve frente a la puerta. Quería a mi Cesar. Quería tener un pene tan grande y lindo como el de mi hijo. No. No podía pensar así. Ya no quería sentir esa ansía, ni ese dolor sabroso entre mis piernas. Sabía que lo encontraría desnudo, ciego por el jabón en su carita y lo podría chupar hasta vaciar su semen sobre mi. Baje a la cocina y serví otro caballito. Lloré. ¿Cómo puede una madre tratar de sacar ventaja de la condición de su hijo? Era la más vil y malvada madre de todas. ¿Qué haces cuando sabes que lo estas haciendo mal? Ya no quería llorar. Sentí ese odio, esa lástima, ese asco y esa lujuria. Encendí la radio. ¡Siiii! LaBelle y Lady Marmalade. Ese ritmo. Me puse a bailar. Sentía la tela rozando mi cuerpo. Me sentí tan sensual, que cualquier hombre me ...
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