1. Susana y Papá Noel


    Fecha: 26/11/2022, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... museo era bastante escaso.
    
    Me percaté de que Papá Noel había advertido mi presencia y que, mientras hablaba con los niños que me precedían en la fila, me miraba a mí de hito en hito. Pensé que a Santa le extrañaría que una chica mayor hiciera cola para hablar con él y no pude evitar ruborizarme. Cuando el último niño de la cola tomó asiento en las rodillas del Señor de la Navidad, otro niño -de seis años, pelo pincho y cara de pillo- se escapó de la vera de su madre y se situó detrás de mí, abrazándose a mis piernas. Su madre corrió tras él y consiguió a duras penas separarlo de mí. Después, me pidió disculpas. Me limité a sonreír, como si no pasara nada, y la madre se marchó con el chiquillo, renegándole por molestar a “una chica tan guapa”.
    
    Al llegar mi turno, me acerqué a Papá Noel y me senté tranquilamente en sus rodillas, como hacían todos los niños, pero atravesándole los ojos con los míos y exhibiendo una sonrisa radiante.
    
    -“¡Jo-jo-jo-jo!” -entonó san Nicolás, haciendo “un gallo” imprevisto-. “¡Feliz navidad!”.
    
    -“¡Feliz navidad!” –le contesté, divertida.
    
    -“¡Eres una niña muy bonita!” -exclamó Papá Noel, abrazándome por la cintura-. “¿Cómo te llamas?” –me preguntó.
    
    -“Susana” –le contesté.
    
    -“¿Y cuántos añitos tienes?” –me interrogó Santa Claus.
    
    -“Catorce” –le confesé.
    
    -“¿No eres un poco mayor para estas cosas?” –me preguntó el santo de Bari.
    
    -“En realidad, soy una niña...” –le respondí, hablando con mi voz más infantil y jugueteando con ...
    ... una de mis coletas.
    
    -“¿Dónde está tu carta?” –insistió el barrigudo del traje rojo.
    
    -“No he traído carta...” –me atribulé, pillada por sorpresa.
    
    -“¿Y qué es lo que quieres pedirle a Papá Noel? -inquirió Santa, con paciencia.
    
    -“Me gustaría decírselo al oído” –solicité, vergonzosa.
    
    -“Si lo prefieres así...” -se acomodó Santa Claus.
    
    Aproximé la cara a la del simpático vejete del Polo Norte y le susurré unas palabras que sólo él escuchó. Santa Claus intentó tragar saliva, pero apenas pudo hacerlo.
    
    -“¿Qué pasa? ¿Has hecho una apuesta?” –me preguntó, con severidad.
    
    -“¡Qué va!” -le contesté, con franqueza-. “Lo que pasa es que siempre he tenido la fantasía de hacérmelo con Papá Noel”.
    
    -“¿Has venido sola?” -preguntó San Nicolás, mirando hacia todas partes, desconfiado-. “¿No nos estarán grabando?”.
    
    -“He venido con dos amigas, pero se han quedado en la planta de abajo, mirando discos. Como me aburría de esperarlas, he subido aquí”.
    
    Papá Noel reflexionó un instante. Yo, sentada en sus rodillas, aguardaba una respuesta. Santa Claus se quitó uno de sus guantes. Los acordes de “El Tamborilero” daban a la atmósfera de los grandes almacenes el más genuino ambiente navideño. Dos nuevos niños hacían cola ante el Santo de Bari, sin vigilancia paterna y enredando. Nadie parecía atento a Papá Noel, salvo aquellos mocosos. Queriendo probarme, Santa Claus posó una mano sobre mis muslos desnudos y comenzó a acariciarlos, lentamente. Los dos niños, viendo aquello, se ...
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