1. Romper la rutina, dos pendejas de regalo


    Fecha: 17/11/2022, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    ... pedírsela, no hay respuesta, vuelvo a llamarlo. Se abre la puerta y me acerca la toalla.
    
    La puerta entreabierta, los ojos llenos de espuma, estiro la mano, tanteo en el aire buscando... Toco algo, trato de agarrarlo, no es la toalla, es tela con carne debajo, con los ojos entrecerrados, y a través de la espuma puedo ver que tengo uno de los pechitos de Selva en mi mano. Reímos por la situación, no solté, no se retiró, al contrario, acaricia y retiene la mano con agradecido gesto, hasta me tiró un beso, dominando la escena con seguridad.
    
    El resto del día y la cena estuvo cargado de miradas, gestos y roces demostrando que la joven tenía a todas sus hormonas trabajando a full. Todos sus gestos eran señales para indicar cuánto le agradó sentir mi mano tocándole el seno.
    
    A la hora del sueño la señora de la casa le indica a Daniel que tiene la cama en la habitación de Javier y su tía, me pareció ver el agrado del amigo, parecía que él y la tía del joven habían pegado onda. Para mí habían dispuesto una cama en la habitación de las muchachas.
    
    Nos dimos las buenas noches y dispusimos en los dormitorios asignados. Por respeto entré luego que las jóvenes estuvieran en sus camas, di las buenas noches, apagué la luz y desvestí en la penumbra. Sabía que Selva me estaba observando por el trasluz que filtraban los visillos de la ventana, en lo oscuro movía el miembro para que registre la notable erección.
    
    Me costaba conciliar el sueño, intentando no pensar en la carne ...
    ... trémula de Selva, me justificaba que no estaba bueno tener esas intenciones en la casa de gente tan hospitalaria. Entre sueños siento como calorcito en la espalda. Los ojos cerrados, una mano suave va deslizándose por mi cadera, llega al miembro y lo toma, lo aprieta con suavidad pero con firmeza. Sentía los pechos de una mujer frotándose en la espalda, el pubis con suave vello acaricia mis nalgas, abre las piernas, siento los jugos de la conchita pegados a mi piel. Quién será? será ella?, bueno era una mujer con eso basta y sobra para calmar mi calentura.
    
    - Sh, sh!
    
    Me tapa la boca, pide silencio cómplice, susurra:
    
    - Te necesito, te necesito, déjame hacer.
    
    De lo dicho al hecho no hubo trecho, siguió moviendo la mano en una incipiente masturbación, la cabeza húmeda respondía a su estímulo. Los pechos y pezones me masajean la espalda.
    
    - Tranquilo, quietito, soy Selva dijo al sentir mi gozoso estremecimiento.
    
    - No está bien, que van a decir, no sé...
    
    - Sh, sh!, quién se va a enterar, dejate llevar!
    
    - Y tu hermanita?...
    
    - Duerme.
    
    - Pero si se enteran o escuchan? Quería zafar para no tener problemas.
    
    - Nadie sabrá, ya no soy virgen. Lo hice una vez con el hijo de otro puestero, pero no me gustó tanto como esperaba. Házmelo como sabes. Porfa, necesito que me garches!!!
    
    Me apreté contra esos pechos chicos de pezones duros por la excitación, la mano me conduce al vello suave que cubre la chucha tan mojada por la calentura. Metí un dedo dentro de su ...
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