1. Una relación laboral


    Fecha: 04/11/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... lamerlo lentamente, por todas partes. Tanta espontaneidad me causaba una emoción inmensa, porque veía en ella tanta devoción en lo que hacía que no le hallaba morbo al momento.
    
    Después de un rato de largo de chupar y chupar mi miembro, se levantó, y sin dar espacio alguno, se acomodó sobre mí e insertó mi pene en su vagina. El contacto de mi miembro con su sexo se sintió húmedo y cálido. Ella, ahora sí, moviendo sus caderas de un lado a otro, permitió que me recreara con su cuerpo, porque yo, presa de la excitación, pasaba mis manos por todo su cuerpo y deseaba sentir el contacto de su piel con todo mi cuerpo, y me sentía incluso un poco inadecuado ya que ella estaba desnuda y yo no.
    
    Se movía juguetonamente sobre mi pene, cada vez con mayor intensidad y, con respiración jadeante me decía, al final, yo siempre consigo lo que quiero. Hace tiempo deseaba hacer esto y hoy lo logré. Te agradezco todo lo que has hecho por mí y el atreverme a esto, en parte, también te lo debo a ti. Soy yo quien decido, me has enseñado. Tú no me has pedido nada, pero yo te he querido dar este regalo. Perdóname si te incomodo con esto. Y cuando trataba de articular palabra para responder algo, volvía a hacerme la seña de que guardara silencio, mientras ella seguía moviéndose sobre mí, sonriente y plena como se le veía.
    
    Poco a poco, el ritmo de sus movimientos empezó a acelerarse y yo, trataba de aguantar lo máximo, hasta que, ya casi a las puertas de darme por vencido, ella me abrazó ...
    ... fuertemente y, besándome, presionó su cuerpo contra el mío por un buen rato. Supuse que su orgasmo por fin había llegado y yo, un tanto tenso, estaba preocupado por no eyacular dentro de ella, ya que no tenía condón y tenía miedo de que aquello resultara en una penosa contrariedad.
    
    Aquello terminó con la misma naturalidad con la que había empezado. Ella simplemente se levantó. Yo no dejaba de acariciarla y contemplarla, pero, con espontaneidad pasmosa dijo, bueno, hora de irse, me esperan en casa. Yo no atinaba a expresar nada, porque aquello me parecía un tanto irreal. ¿Quieres que te lleve a tu casa? Y, mirando su reloj, me dijo, te lo agradecería. Ya es tarde.
    
    Ella, al igual que se había desnudado, se vistió delante de mí, con la misma coquetería con la que se había desprendido de sus prendas minutos antes. Cuando salimos, ya no había nadie en las instalaciones. Fuimos hasta mi vehículo, abrí la puerta y la ayudé a entrar y acomodarse. Y, ya instalado en el puesto del conductor, encendí el motor y conduje hasta su casa. No hablamos durante el trayecto. ¿Qué podía yo decir? Estaba encantado con lo sucedido y a la vez sorprendido porque jamás había pensado que aquello hubiese llegado a pasar.
    
    Al llegar frente a su casa, me dispuse a despedirme, como lo determinaba la situación, pero ella, tan desparpajada como había estado toda la noche, dijo, espera, aún queda algo pendiente. Y diciendo esto se inclinó sobre mis piernas, abrió la cremallera de mi pantalón, sacó mi pene y ...
«12...5678»