1. Gilbert


    Fecha: 09/06/2018, Categorías: Sexo Interracial Autor: cunegundo, Fuente: CuentoRelatos

    ... Hasta que me corrí dentro. Ella se había tomado la píldora.
    
    Salimos al salón.
    
    ―¡Cómo me ha enloquecido el cabrón!
    
    ―Lo he oído, lo he oído, ja, ja, ja― le repuso Natalia.
    
    Seguimos viendo la película que me pareció que casi estaba acabando. A la media hora la volví a tener tiesa.
    
    La carnal Natalia se levantó y me hizo un gesto con la cabeza para que me fuera con ella a la habitación de Laura. Natalia era bastante más baja que yo. La posición que eligió fue por detrás, pero por la vagina. Así que comencé a darle agarrándola bien por la cintura. Flexioné mis piernas y sí como un gimnasta me la follé primero despacio y luego con fuerza. La pechugona hacía de cuando en cuando, "ay", terminando en un jadeo. Quise levantarla, pero no me dejó. A ella no le gustaba eso. Se sentía demasiado dominada. Seguí con esa postura que le gustaba tanto a ella. Me corrí con un gran resoplido.
    
    La película había terminado. Laura me invitó muy amablemente a quedarme a dormir. Nos fuimos los tres a su habitación. A su cama. Se pusieron dos camisones y me quedé sólo con mis calzones. Las dos a ambos lados, sintiendo mi sudor, pasaron sus brazos por mi cintura y pecho buscando protección. Me dormí muy tranquilo.
    
    Noté empujoncitos. Me desperté. La delgada Laura me miraba con ojos brillantes.
    
    ―Gilbert despierta...
    
    ―¿Qué pasa ahora?.
    
    ―Levanta.
    
    Me incorporé. Eran las cinco de la mañana. Laura paso varias veces su mano por mi erecta polla.
    
    ―Vayamos a un sitio donde ...
    ... podamos estar a solas.
    
    Fui con ella, aunque lo que me apetecía era quedarme durmiendo un rato más. Entramos en otra habitación.
    
    ―¿Qué sitio es este?
    
    ―Es la cama de mis padres.
    
    Me tumbé encima.
    
    ―Tú quédate que ahora vengo― me dijo.
    
    ―¿Dónde vas?
    
    ―A ponerme unos enemas.
    
    Esta chica está loca pensé. El caso es que me volví a quedar dormido. Volví a notar unos empujoncitos. Laura me miraba con sus ojos azules. Me bajó el calzón y me lo quitó. Se colocó sobre mí dándome la espalda. Se puso en cuclillas y comenzó a metérsela por el ano. Tenía el culo lleno de aceite y de no sé qué. Utilizaba la mano derecha para agarrársela y apuntársela directamente a su agujero. A veces ella no conseguía mantener el equilibrio y se me caía encima. Volvía a intentarlo clavándosela poco a poco. Se untaba más aceite. Gritaba. Lanzando lamentos de dolor como en un parto.
    
    ―Chiquilla, déjalo que te estás haciendo daño.
    
    ―Déjame.
    
    Resoplaba y apretaba los dientes. También se acariciaba el clítoris para estimularse. La sujeté por la cintura con mis fuerte brazos. Así consiguió metérsela hasta la mitad. Empujé hacia arriba hasta conseguir meterla bien adentro. Ella seguía acariciándose el sexo. Me sacaba la cabeza. Era muy alta. Le lamí por la nuca. Conseguí meterla hasta el fondo. Apoyé mis pies en la cama y erguí las piernas, levantándola en el aire. Ella tenía jadeos bestiales acompañados de lamentos de dolor. Comencé a moverme rápidamente. Seguía toqueteándose el clítoris hasta ...