1. El viejo conserje (Capítulo III)


    Fecha: 18/06/2022, Categorías: Sexo con Maduras Autor: drwite, Fuente: CuentoRelatos

    ... sabor, así que te hablo con conocimiento de causa.
    
    Sonreí por el recuerdo de una vez en que me hizo sexo oral. Estaba nerviosa y avergonzada porque no tenía confianza en mi aroma, pero su lengua jugando con mi clítoris y adentrándose en mi vagina, me hizo perder la razón y olvidé incluso mi nombre. Cabe decir que aquel día descubrí la eyaculación femenina y algo me dice que lo de hace rato fue ese líquido el que saqué, pero en mayor cantidad.
    
    -Me asustaste. Es la primera vez que te desmayas y casi salgo desnudo en busca de ayuda, pero tu mano sostuvo mi brazo y no me soltaste en por lo menos una hora. Cuando vi que respirabas con normalidad me tranquilicé –finalizó colocando su mano en mi vientre y su caricia me hizo recordar que llevo a su hijo en ese lugar- ¿dije algo malo?
    
    -¿Qué? –le pregunté algo asustada.
    
    -¿Qué tienes Mariana?... has estado muy extraña desde que llegaste. Sé que algo ocultas y antes de que intentes distraerme con el sexo, te suplico que me cuentes lo que te pasa.
    
    -¿Piensas que te seduje para que no siguieras preguntando? –le espeté molesta y aventé su mano para sentarme- ¿crees que soy esa clase de mujer que tiene relaciones para manipular a los hombres?... ¿acaso te he pedido algo después de que tenemos sexo, como lo llamas?
    
    -No quise decir sexo, perdóname. Tampoco quise insinuar que eras esa clase de mujer. Es que sé que hay algo mal y me duele que no me tengas confianza de decirme lo que es –se colocó en una esquina de la cama y se ...
    ... cubrió con la sábana– reconozco que soy un anciano que debería estar conforme con el hecho de que una mujer hermosa como tú, me considere como su pareja íntima, pero también me gustaría ser parte de tu vida fuera del plano sexual –me miró con dolor– Mariana, no sólo quiero hacerle el amor a tu cuerpo… quiero ser alguien que te ayude en los momentos más difíciles de tu vida y aunque no soy un hombre rico, ni estudiado, puedes estar segura que haré lo que sea por ti.
    
    Su sinceridad y súplica me conmovieron. Fui una tonta al no compartir algo que no sólo me concierne a mí, sino también a él. Después de todo, él es quien me ayudó a concebirlo.
    
    -Tienes razón… sí hay algo que no te he dicho a pesar de que lo sé desde hace tres meses –dije sin mirarlo.
    
    -¿Tres meses? –se acercó y la sábana cayó de su pecho– no me digas que te arrepentiste de haberte entregado a mí… Dios… yo sabía que te darías cuenta de lo viejo y horrendo que soy y que sería una pesadilla saber que me diste lo que le pertenecía a alguien más.
    
    Se levantó y se empezó a vestir. La mala interpretación de mis palabras lo estaba lastimando, así que me levanté y lo hice que se volviera a desnudar y luego lo besé. Él se resistió unos segundos, pero después me respondió el beso y me abrazó al tiempo en que yo lo abrazaba. Nuestro beso era ansioso. Era como si quisiéramos borrar las cosas malas y regresar al instante en que sólo existían cosas buenas. De seguir besándonos así, terminaríamos haciendo el amor, pero ...
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