1. El viejo conserje (Capítulo III)


    Fecha: 18/06/2022, Categorías: Sexo con Maduras Autor: drwite, Fuente: CuentoRelatos

    ... hice antes, que este resbaló en toda mi vagina, aunque no con facilidad, aun así, la punzada de dolor fue enorme, pero nunca le he demostrado que sigue doliéndome cuando me penetra. Siempre le sonrío con amor y esta no era la excepción. Filomeno estaba al pendiente de mis gestos – supongo que en busca algún signo de dolor – pero al ver mi sonrisa, se calma y disfruta de nuestro encuentro.
    
    El movimiento de su cadera es salvaje y duele como miles de cuchillas, pero yo jamás abandono mi sonrisa, además el dolor pasa a segundo plano si sólo me concentro en la fricción de sus venas y verrugas en mis paredes vaginales y es que la ventaja de que su pene me llene más allá de lo inimaginable es que me permite sentir cada textura de su miembro. También mis manos perciben la piel de su cuerpo y me encanta sentir los pelos de su pecho en mis palmas y las caricias de sus callosas manos al deslizarse por mi cadera, nalgas y vientre para marcar el ritmo de las embestidas, crean deliciosas descargas de placer que me hacen mojar abundantemente mi vagina y eso ayuda a que el dolor se atenúe hasta que desaparece por completo.
    
    Estuve montándolo por lo menos quince minutos, pero Filomeno quería una participación más activa, y para ganar la batalla de voluntades, usó un truco que nunca le falla y es que sabe que sentir sus grandes manos amasando mis senos, es un punto sensible que me lleva a un orgasmo seguro y si a eso le sumamos su boca engulléndolos, se puede decir que estoy perdida, ...
    ... pero fueron los leves mordiscos en mis pezones lo que propiciaron un orgasmo demoledor que casi me hace perder el sentido. Mi cuerpo se convulsionó con ferocidad y mis flujos salieron expulsados con fuerza a pesar de que me era imposible separar nuestros sexos por el pene gordo de Filomeno, es por eso que sus piernas y las mías terminaron tan mojadas como si nos hubiésemos metido a nadar, pero si pensaba que ya había terminado, el chorro caliente del semen golpeando mi útero me hizo venirme no una, sino tres veces más con la misma intensidad que el primer orgasmo. Para este momento, mi cuerpo parecía gelatina. Sentí que Filomeno me abrazó y yo respondí abrazándolo con fuerza. Su cuerpo estaba sudoroso y su aroma a viejo inundó mis fosas nasales. Su calor y aquel olor avivaron las llamas del deseo y un nuevo orgasmo se formó debido a esto y con un grito y algunos rasguños a la espalda de Filomeno, liberé el orgasmo que fue tan intenso que me desmayé.
    
    Una caricia en mi cara me despertó y me encontré bien acomodada en la cama y a mi lado yacía un preocupado Filomeno. Yo le sonreí para borrar esa expresión, pero él no me devolvió el gesto.
    
    -Por fin despertaste –debió notar mi desconcierto porque continuó– llevas tres horas inconsciente. Después de que te desmayaste, seguías moviéndote y expulsaste bastante néctar de tu vagina.
    
    -¿Cómo sabes que era mi néctar? –pregunté avergonzada.
    
    -Porque era claro y tenía tu dulce sabor –sonrió con ternura– sabes que conozco muy bien tu ...
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