1. La Sapo


    Fecha: 10/05/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Siempre entraba hasta la cocina cruzando aquel largo pasillo mientras ella desaparecía por otro largo pasillo que salía a la derecha y escuchaba como cerraba las puertas tras ella. La sapo era desconfiada y huraña y no quería dar pistas del lugar donde guardaba el dinero.
    
    Al avanzar hacia la cocina un fuerte aroma a gel de baño floral me recordó que Rosita no andaría lejos.
    
    Avanzaba tratando de no hacer ruido. Apoyándome en las puntillas de los pies como en los dibujos del perro y el gato, por si rosita salía de su cuarto despistada y me regalaba una visión integral de su intimidad.
    
    Cuando estuve a la altura de la puerta de su cuarto, hice un cambio de manos de las bolsas de la compra. Lo hice adrede por si podía escuchar algo, y de repente se abrió ligeramente la puerta y Rosita me cazo allí parado, con la oreja pegada a la puerta, en una postura injustificable, así que me quede parado sin decir nada. Y otra vez la cabecita de Rosita. Me miro sonriente y con picardía me dijo:
    
    - ¿Que haces escuchando tras la puerta? - ¿me estabas espiando para verme en pelotas cerdo?
    
    La pregunta no tenía la más mínima lógica, y me dispuse a continuar sin contestar, como si no lo hubiera escuchado. - Pues voy a llamar a mi madre. Me dijo de forma poco creíble fingiendo estar seria, tratando de manejar la situación para ponerme en un aprieto.
    
    Yo que no había terminado de arrancar, me frene, y todavía con cara de panoli, la quise contestar, pero no conseguía sacar ni una ...
    ... palabra con claridad y Rosita al verme sin ideas, abrió un poco más la puerta sacando la cabeza hacia el pasillo para asegurarse de que su madre no nos podía ver, y entonces se me planto delante en cueros y me dijo: - ¡Que! - ¿te gusta mi pelaje? Yo le mire hacia la cabeza y entonces me soltó:
    
    El de la cabeza no, tonto.
    
    Mire hacia el coño, y tenía un buen matojo de pelo negro brillante y rizado. Aunque aproveche todavía sin cambiar mi cara de lerdo a darle un repasillo completo.
    
    Rosita poseía el cuerpo de una diosa, estaba súper hecha, era una explosión erótica. Curvas y curvas, y los muslos separados por un coño ancho, haciendo tremendo arco en forma de corazón por donde podían caber hasta tres gordas pollas.
    
    Rosita era un poco flojita de cascos, muy lanzada y a la vez ingenua e inmadura a la par que sinvergüenza, pero que la naturaleza la había dotado de un cuerpo sexual y explosivo, destinado a la perversión y al pecado. Era el sueño de los onanistas del pueblo. La perversión carnal. Cuerpo de puta, cara de puta y mente de puta. La sapo lo savia y por eso quería alejarla de cualquier tentación o posibilidad.
    
    En el pueblo todo el mundo sabía lo que había hecho “el último verano”, y por que la sapo la mando a un internado.
    
    Fue el arlequín diabólico de “el tren de la bruja” en las fiestas del pueblo, quien se la trajino aprovechándose de ella entre parada y pase. La pillo eufórica y desinhibida. Borracha de beber limonada en su peña, los gaiteros. Estos siempre ...
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