1. La Sapo


    Fecha: 10/05/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... eso se aprovechaba.
    
    - Que pasa pajorro, - ¿es que no te gustan las tías?
    
    Hablaba con un tono de voz en plan pija altiva, marcando las eses de forma cursi y con cierta mezcla de con que daban ganas de reventarla.
    
    - Claro que si, dime cuando puedo venir sin que este tu madre y te lo demuestro. Le respondí ofendido.
    
    - Mi madre se tiene que ir ahora en cuanto te pague, la he oído que ha quedado con alguien. Pero tendrás algo de mierda, porque yo para follar tengo que ponerme a punto.
    
    - Algo tengo tronca, por eso que no quede.
    
    Yo hablaba haciendo esfuerzos por esconder mi estado de excitación, casi no podía creerlo, me la iba a follar, ella me lo había dejado claro.
    
    Al fondo del pasillo se escuchó un ruido de puerta, era Doña Rosario que volvía con el dinero.
    
    Rosita se metió hacia su cuarto, y moviendo la boca exageradamente pero sin voz para que pudiera leer sus labios me dijo que volviese luego.
    
    Y avanzo sin cerrar la puerta hacia el fondo del cuarto meneando el culo provocativamente. Y aprovechando que Doña Rosario por la distancia no podía oírme, no pude por menos que decirle:
    
    - Vaya culazo que tienes para llenártelo de leche.
    
    Se dio la vuelta y lejos de molestarle mi grosería me miro sonriente en plan cerda y mientras me sacaba la lengua cerró la puerta, dejándome con las ganas de entrar como el cid Campeador y ensartarla con mi lanza.
    
    - Yo continúe hasta la cocina. Deje las bolsas y espere a Doña Rosario.
    
    - Bueno hijo, aquí estoy. Toma ...
    ... el dinero y lo que va de más es para ti.
    
    - Gracias Doña rosario.
    
    - Solo una cosa más hijo…
    
    Me imagine que querría que la trajese algo el próximo día y le dije: - a mandar Doña Rosario.
    
    La sapo se acerco despacio hasta mi oído, y yo creyendo que me diría algo a cerca de la propina que me había soltado, acerque la oreja confiado y con mueca sonriente. Y entonces me dijo, con su voz cazallera:
    
    - si te acercas a la niña te corto los huevos. ¿Entendido?
    
    - Si si si Dña. Rosario. Conteste avergonzado y con miedo de la bruja. La cosa iba en serio.
    
    Salí para la calle y me cruce de acera y tras unos árboles espere que la albondiguilla rencorosa saliese.
    
    Al minuto, se abrió el portón y vi a doña Rosario alejarse.
    
    Espere unos minutos más y cruce la calle hasta la puerta de entrada. Llame con los nudillos y la puerta se abrió como un misterio, Rosita tras ella no se dejaba ver, hasta que al pasar la aparto para cerrarla. La muy puta me sonreía mientras mascaba excitada y nerviosa un chicle a dentelladas que dejaba un aroma a fresa que me hacía sentir ganas de comérmela.
    
    Me dijo: - pasa, agarrándome de la mano y tirando de mí con fuerza mientras se apresuraba a cerrar la puerta. Continúe por el oscuro pasillo que hacia un rato había recorrido hasta la cocina, pero antes de darle la espalda pude ver que llevaba una finísima camiseta sin nada mas, ya que los pechos le hacían un enorme bulto casi a la altura de la cintura.
    
    Ya en su habitación nos liamos unos ...
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