1. El regalo: Un antes y un después (Vigésima quinta parte)


    Fecha: 09/05/2022, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    —Y entonces Rocky… ¿Tu suegra te quiere? —Si claro, a su manera. Le respondí. —Lejos y preferiblemente… ¡Muerto! Jajaja–. Y nos echamos los dos a reír, hasta que se nos cansaron las mandíbulas, nuestros lagrimales secretaron tan vasta humedad, que concluimos enroscados sobre las sabanas, apretando con fuerza nuestros vientres.
    
    De nuevo aquella sonrisa carnavalera en su rostro de muñeca Barbie y el resplandor húmedo en su mirada de selva amazónica, parecía emerger y envolverme en la alegría de su espíritu tropical.
    
    —¿Te dolió? Pao… ¿Te hice daño, preciosa? —Le pregunté mientras acariciaba sus níveas colinas y de paso pegaba mi boca entreabierta, dejando mi personal marca, ensalivando toda su nalga derecha.
    
    —Pufff… Un poco sí, al comienzo. Pero… ¡Ayyy Dios mío, que rico fue eso! Es que los dos estábamos desatados y con esas chupadas tuyas donde no me ha dado el sol, más encima con tus dedos hurgando por dentro de mi conchita… ¡Eche, nene! Me tenías bien arrecha ¡No jodaaa!... ¿Te gusto probar mi culito? —Me dijo mi rubia tentación, con aquella expresión en su rostro de mujer satisfecha, sudada y aún con leves espasmos en sus blancas piernas.
    
    —¡Hummm! Ni me lo recuerdes que se me «entiesa» otra vez y lo tengo casi en carne viva. ¡Jajaja! Fue simplemente delicioso, mi Pao hermosa. Lo tienes tan apretadito y su calor es muy acogedor. Tenía muchas ganas de morder este dulce melocotón. —Le respondí a mi rubia barranquillera, alargando mí mano para explorar la parte ...
    ... posterior del muslo, desde la corva hasta internarla con concienzuda pericia, en la mitad de sus piernas abiertas y acariciar su empapada hendidura desde atrás.
    
    —Jajaja, Rocky es como dicen por ahí… ¡Enfermo que come, muere alentado! —Nos reímos los dos, –de nuevo– pero instantes después, guardamos un reparador silencio, hasta que de nuevo Paola rompió con sus palabras, el afónico ambiente de su habitación.
    
    —Pero entonces ella adora a sus nietos. Los cuidara muy bien. No te preocupes por ellos, con el tiempo entenderán. —Me respondió y yo, tan solo cerré mis ojos, como evitando ver la realidad de mi pronta separación. Y mi mejilla se aplastó sobre la ensenada que se formaba entre su cintura y el nacimiento de sus dos colinas, arrullado por la tibieza de su suave piel. ¡Tan tersa tentación!
    
    ¡Y suspiré! Adormeciéndome un poco, aunque siempre alerta ante el inminente y repetitivo sonido de la alarma puesta en mi teléfono, para marcharme a trabajar con lo que llevaba puesto.
    
    …
    
    —Mamita… ¿Y mi papito dónde está? ¿Por qué no ha llegado? ¡Queremos que nos termine de leer el cuento del ogro y la princesa! —Acaricié la cabeza de mi pequeña, le sonreí y le besé en la frente, me arrunché aún más al cuerpo de mi hijo, encogiendo mis piernas en su cama y los abracé con ternura. Más sin embargo… ¡Lloraba en mi interior!
    
    —¡Vamos a dormir los tres! Les dije con suavidad. —Papito estará muy ocupado trabajando. ¡Más tarde llegará!
    
    Pero ni llegó ese sábado, tampoco se apareció el ...
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