1. Reina por un día


    Fecha: 26/04/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Wolfgang33, Fuente: CuentoRelatos

    ... su boca. Observé que ya estaba de nuevo moviéndose tan femenina y poderosamente como la noche anterior, tras su éxtasis. “La verdad es que esto de tener un servidor es algo a lo que una se puede acostumbrar”, dijo divertida.
    
    Cuando hubo terminado, recogí la bandeja y, al regresar, me encontré con que se había puesto en pie con intención de darse una ducha. “Verá, mi Señora; en antelación, ya le he preparado un baño. Permítame”. Me postré ante ella y, comprendiendo, se sentó sobre mi espalda. Caminé a cuatro patas, llevándola al baño sin que sus pies tuvieran que tocar el suelo. Una vez allí, pudo observar que había comprado productos especiales, por lo que la bañera olía a perfume y rebosaba espuma. Procedí a desnudarla, desnudándome yo también. Cogiéndola en brazos, la introduje en la bañera, y ella emitió un suspiro de placer y satisfacción. Le lavé los cabellos masajeándole el cráneo, froté sus brazos con agua perfumada asegurándome de que fueran caricias placenteras; cuando llegué a sus piernas, repentinamente las sacó del agua y, apoyándolas sobre el borde de la bañera, dijo casualmente: “besa mis pies”. Obedecí, y sonrió. Vi en su rostro que empezaba a sentirse muy cómoda en la situación, y que le gustaba cada vez más. Si alguien la pintase en un cuadro en ese instante, podría afirmarse honestamente que se trataba de una princesa griega acostumbrada a tal trato. Cuando hube terminado, se sentía tan a gusto en la bañera que me ordenó que me fuera, para estar un rato ...
    ... disfrutándolo a solas. Fui a preparar otros asuntos, hasta que oí su voz, que me llamaba desde el baño. Fui a atenderla estando yo aún desnudo, y así permanecería el resto del día. Para evitar ser brusco con su piel, usé Su secador, y envolví su cuerpo en una toalla y el pelo en otra. Postrándome de nuevo a cuatro patas, se sentó de nuevo sobre mí, y la llevé de nuevo a la habitación.
    
    Allí, sobre la cama, había dispuesto varias toallas para evitar la humedad, y la tumbé boca abajo. Había comprado aceites aquella mañana, y comencé a darle un masaje de cuerpo entero. Le masajeé los pies, el cuello, los brazos y las piernas, el culo; besaba su cuerpo entero al pasar, y le dije lo hermosa que era. Luego le di un masaje facial, y descendí por toda la parte frontal de su cuerpo. Cuando llegué abajo, le di un final feliz con placer oral. Estaba tan relajada que ni se movió, indicando simplemente un satisfecho “ya” cuando quiso que parase. Después de unos minutos, exclamó: “Esta SÍ es manera de empezar el día”, pero su tono ya no sonaba jocoso y divertido, sino satisfecho, sensual e, incluso, algo autoritario. Su rostro y sus movimientos eran más femeninos que nunca y, a la vez, su sonrisa y su mirada empezaban a resultar intimidantes. “Vísteme”, ordenó, “que con lo tarde que me he levantado son casi las cuatro, y esta tarde tengo trabajo que hacer”. Sus palabras eran las de una mujer moderna estresada por el mundo corporativo que, cigarrillo en boca y con pantalones vaqueros, se ...
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