1. Un chico lindo, demasiado lindo (6)


    Fecha: 18/06/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... ducha. –y lo tomó de un brazo para ponerlo en marcha.
    
    Mientras el agua de la ducha caía sobre él, Hilda se lo comía con la mirada.
    
    -Enjabonate por todos lados… Eso es… Te quiero bien limpito… Ahora metete un dedo en ese culo tan lindo que tenés… ¡Vamos, obedecé!... El chico se introdujo el dedo medio y la matrona le ordenó:
    
    -Metelo bien adentro y movelo un poco…
    
    El chico hizo lo ordenado y luego debió mostrarle ese dedo a Hilda, quien comprobó, satisfecha, que estaba limpio.
    
    -Agarrá el champú y lavate la cabeza. –ordenó mientras sentía que su calentura crecía aceleradamente.
    
    Cuando el chico terminó de secarse con el toallón blanco que pendía en la pared la matrona lo llevó a su dormitorio y allí le ordenó que la desnudara.
    
    -Qué… no entiendo… -arriesgó el chico entre confundido y temeroso.
    
    -¿Qué no entendés? Es muy simple la orden que te di, nene. ¿Querés que te la explique a cachetadas?
    
    -No… no, señora, por favor, no me pegue…
    
    -¡DESVESTIME, CARAJO! –y el chico, ganado por el miedo, fue desvistiendo a Hilda hasta dejarla en cueros. Buen cuerpo a pesar de su edad, tetas grandes, aunque levemente caídas, caderonas importantes, piernas sólidas, culo enorme.
    
    -A la cama, rico… -ordenó y el chico obedeció sin vacilar, excitado ante el espectáculo de la matrona desnuda. La mujer se tendió a su lado y mientras le acariciaba las mejillas le dijo:
    
    -¿Sabés una cosa, bebé?... Soy lesbiana, me encantan las mujeres, pero vos sos tan lindo como una nena y ...
    ... por eso me calentás tanto… -y su mano izquierda comenzó a descender lentamente… Anduvo por el cuello, largo y fino, por el pecho, donde se entretuvo en los pezoncitos rosados para pellizcarlos.
    
    -Boca abajo, sirvientita… -ordenó y el chico, humillado pero temeroso de algún castigo, obedeció.
    
    Entonces Hilda retomó el acariciamiento a partir de ese triángulo que formaba la espalda. Su mano se deslizaba lenta por esa zona mientras besaba al chico en la oreja, en la mejilla, en el cuello.
    
    El chico se dejaba hacer y hasta gozaba de esos besos y caricias, tan distinto era aquello a estar con don Ernesto, que era torpe, apresurado y hasta brutal.
    
    Por fin la mano de Hilda llegó a las nalgas, redonditas, carnosas, firmes y entonces la mano se deslizó por ambas redondeces y por momento los dedos pellizcaban, presionaban y de pronto uno de los dedos, el del medio, se aventuró hasta dar con el pequeñísimo orificio. El chico corcoveó pero Hilda lo contuvo de inmediato:
    
    -Tranquilo nene nena…
    
    -No soy una nena… -protestó el chico.
    
    -Vos sos lo que yo quiera que seas… -dijo la matrona y de inmediato tomó el pote de vaselina de la mesita de noche, untó con esa pasta sus dedos índice y medio de su mano derecha, para después poner un poco en el orificio anal del nene.
    
    -¿Qué me va a hacer? –se atrevió a preguntar el chico.
    
    -¿A vos qué te parece? –contestó irónica la mujerona.
    
    -Por favor, señora… Por favor, no… -rogó el chico que estaba masculinamente excitado y con su ...