1. Un chico lindo, demasiado lindo (6)


    Fecha: 18/06/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    El chico dormía cuando la mucama entró a la habitación. Boca abajo y un tanto ladeado mostraba los ambiguos encantos de su cuerpo adolescente.
    
    La mujerona lo estuvo apreciando un rato mientras se mordía los labios, nerviosa. Por fin lo despertó sacudiéndolo y el chico abrió sobresaltado los lindos ojos oscuros.
    
    -Vamos, nene, arriba. –lo apremió Hilda que con mucho esfuerzo contenía el deseo de echarse sobre él, pero ya habría tiempo durante el día si don Ernesto la autorizaba. La prioridad era cumplir con la orden del viejo: empezar a convertir al chico en la sirvienta de la casa.
    
    -Vamos, vestite que vas a ir a hacer las compras, ahora lavate la cara que a la vuelta te lavás los dientes. Te vamos a tener acá unos cuantos meses. nene, así que hoy mismo voy a organizarte la vida… Bah, tus obligaciones.
    
    Poco después el chico partía hacia el supermercado chino de la otra cuadra con la lista de la compra, que incluía dentífrico y un cepillo de dientes para él.
    
    De regreso debió desnudarse por orden de Hilda, que inmediatamente después verificó que estuvieran todos los artículos y luego se hizo seguir por el chico, que portaba las tres bolsas con la mercadería. Primero al cuarto del patio, donde Hilda le ordenó lavarse los dientes y luego dejar el dentífrico y el cepillo de dientes, después al baño, para acomodar allí los artículos de tocador y finalmente a la cocina, destino de los alimentos que el nene puso en las alacenas algunos y otros en la heladera, según las ...
    ... instrucciones de la matrona.
    
    Había llegado el momento del trabajo doméstico para el chico e Hilda se lo hizo saber:
    
    -Bueno, nene, vas a empezar a ser la sirvientita de la casa, jejeje…
    
    -Por favor… -musitó el chico ante semejante anuncio.
    
    -Callate, ni una palabra, ¿oíste?... ¡¡¡¿OÍSTE?!!! –repitió Hilda alzando la voz, pero el chico seguía en silencio, presa de un miedo profundo que le impedía articular palabra alguna.
    
    La matrona interpretó ese silencio como rebeldía y entonces tomo al chico de un brazo y le dijo:
    
    -Ah, así que te hacés el difícil, ¿eh? ¡Te voy a enseñar a respetarme! – y sin más se sentó en una de las sillas y como si el chico fuera sólo un bulto se lo echó boca abajo sobre sus rodillas y empezó a nalguearlo con fuerza, repartiendo los chirlos en ambas nalguitas, que poco a poco comenzaron a colorearse mientras el pobrecito gemía de dolor. Trató de proteger su culito llevando hacia esa zona la mano derecha, pero la mujerona le aferró la muñeca y ya no hubo forma de impedir la zurra.
    
    La mano caía pesada, sin pausa, sobre una y otra de las nalgas y el chico gemía atormentado por un dolor que se hacía más intenso en la medida que los chirlos iban sumándose. El rostro de Hilda evidenciaba claramente el placer morboso que estaba sintiendo. Le costó dar por terminada la paliza, pero ya tendría oportunidad de repetirla con cualquier excusa y hasta porque sí, por el mero gusto de zurrarlo. Echó al chico al suelo haciéndolo rodar desde sus rodillas ...
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