1. Noche de estreno


    Fecha: 22/01/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pellizcó mi pezón. Esa era la gota que colmaba el vaso, cubriéndome con el balde y rogando porque mi novio no mirara para nuestro lado estiré mi mano y manotee su bulto. Lo sentí reclinarse en la silla y suspirar de satisfacción. El resto de la película la pasé con mi mano acariciando su pene por encima de la ropa, lo sentía endurecerse cada vez más. Hasta llegué a notar una partecita húmeda en donde se encontraba el glande. Cada tanto miraba a mi alrededor rogando porque nadie nos esté viendo, rogando porque mi novio no notara lo que estaba yo haciendo. Ariel, en cambio, no tenía reparos en suspirar, quejarse si yo dejaba de tocarlo e incluso de vez en cuando gemir si yo presionaba un poco más fuerte.
    
    Al finalizar la función la propuesta era ir a cenar alguna cosita a un bar que abrió en la esquina de casa, yo me sentía tan apenada por lo que acababa de cometer que les dije que comieran solos que me sentía algo mal del estómago (“Comí demasiado pochoclo”). Ver la cara sonriente de mi novio no hacía más que atormentarme, incluso más viendo la cara aún más sonriente de Ariel. En el departamento no encontré más tranquilidad donde veía había cosas de mi novio y en mi mano todavía recordaba el calor de su amigo. Fui a darme una ducha y busqué entre los azulejos mi paz.
    
    Inconscientemente mi mano presionaba más de lo común cuando me enjabonaba, sentía el agua correr por mi cuerpo. Mis dedos presionaban mi clítoris con fuerza, el dolor se sentía agradable se sentía como un ...
    ... dulce castigo a mis deseos tempestuosos a ser infiel. Debajo de la lluvia de la ducha el agua golpeaba suavemente mi cabeza, recorría mi cabello empapado, se deslizaba sin frenos por mi espalda e incursionaba en mis nalgas, mis muslos, se perdía en mi cuerpo y llegaba hasta lo más íntimo de mí. Mi mano bajó y, obedeciendo a las gotas de agua, mis yemas presionaron entre mis labios y conocieron otra humedad muy diferente a la que había afuera. Todo era caliente, baboso y placentero, cerré mis ojos y vi me encontré con Ariel de nuevo en el cine. Le sonreí y subí encima de él, nadie nos miraba, a nadie le importaba, dirigí su pene hacia mi vulva y lentamente empujé hasta llegar al fondo. Subí, baje, subí, baje, lo miraba fijamente mientras me sostenía de sus hombros, él me sujetaba de la cadera. Acercó sus labios a uno de mis pezones y comenzó a lamer con delicadeza. Lo vi alimentarse de mí, de mi cuerpo, retorcerse de placer en la butaca al mismo tiempo en que su miembro entraba y salía. La intensidad aumentaba y sentía un calor dentro de mi ser que me prometía el mayor de mis alivios, mis dedos no dejaban de moverse en mi interior y me abrí aún más de piernas para sentir lo que venía.
    
    ¡Briiiiiing!
    
    El sonido del timbre me despertó en la realidad, la ducha perdió su sensualidad. Un poco aturdida me envolví en la toalla y corrí al portero eléctrico. ¡Briiiiiing! “¿Si?” “Mi amor, sube Ariel que quiere tomarse un ibuprofeno” “Dale” Tssss. ¿Ariel? La tortura no acababa, corrí a ...
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