Sofía y Carlos: Primera experiencia de dominación - Relatos Eróticos

Sofía y Carlos: Primera experiencia de dominación

... Sofía, soy Carlos tu ex paciente.

—Hola Carlos, pensé que ya se te había pasado el gusto por las correas.

—Jaja que vergüenza.

—¿Es un sí o un no?

—Aún no se me pasa el gusto, siento que es apenas un inicio.

—¿Inicio de qué?

—No lo sé, solo sé que quiero descubrir más.

—¿No te da miedo? Quizá sea más que solo un juego.

—Parece que sabes de lo que hablas.

—Puede ser, no todo en la vida es dar terapia.

—¿Qué más haces? ¿Qué te gusta?

—No quieres saberlo.

—Sí, sí quiero.

—Entonces ven mañana a mi casa.

—¿Llevo algo?

—Vino tinto. ¿Te gusta?

—No mucho.

—Desde mañana te va a gustar.

—¿Algo más?

—Sí, deja el miedo en casa.

Carlos sintió una especie de escalofrío al escuchar esa última frase, era una mezcla de morbo, temor y curiosidad. Tomó nota de la dirección y la cita quedó agendada para el día siguiente a las 20:00 horas.

Sonó el timbre en casa de Sofía, Carlos llegó puntual con dos botellas de cabernet de mediana calidad y vestido de forma por demás casual con aroma a Perry Ellis 360. Supuso que el vino que ordenó Sofía era para pasar una velada romántica sin salir de casa.

Al abrir la puerta Carlos quedó sorprendido, Sofía no parecía estar arreglada como para una cita. Lentes de pasta, cabello recogido y una bata blanca, lo único diferente era que Sofía vestía un pantalón negro que parecía de piel y su labial negro.

Entraron a la casa y Sofía le pidió a Carlos poner a enfriar el vino con el tono de voz suave ...

... y gentil que acostumbraba usar en el consultorio, se sentaron en la sala que era de tipo antiguo y charlaron un poco sobre el accidente y la recuperación, Carlos dijo sentirse completamente recuperado.

—Entonces ya no necesitas terapia. (Comentó Sofía)

—Una sesión ahora no me vendría mal.

—¿Estás seguro?

—Muy seguro.

—No hay vuelta atrás.

—Hagámoslo.

—Entonces pasemos a mi consultorio particular.

A diferencia del hospital, el consultorio de Sofía era bastante amplio, no había necesidad de ningún privado anexo. La habitación adaptada cumplía perfectamente ambas funciones.

—Desnúdate (ordenó Sofía con tono seco).

Carlos obedeció como solía hacerlo en el hospital.

—Acuéstate boca arriba. (Volvió a ordenar con el mismo tono)

Mientras se acostaba en la camilla Carlos se percató que Sofía sacaba de un cajón unas cintas gruesas de velcro y una especie de antifaz para dormir color negro.

—Ponte el antifaz y relájate.

Sofía sujetó fuertemente a Carlos con el velcro en brazos, piernas, tobillos y por primera vez sujetó su cuello sin apretarlo, solamente se aseguró de inmovilizarlo. Sofía advirtió una vez más.

—Última oportunidad, aún puedes decir que no.

—Sigue por favor. (Consintió Carlos)

—Dame unos minutos, ahora regreso.

Los minutos parecían horas, estar inmovilizado, ciego y desnudo comenzaron a poner ansioso a Carlos, habrían pasado 20 minutos cuando se escuchó que se abría la puerta, se escucharon también los tacones de unas ...