Sofía y Carlos: Primera experiencia de dominación - Relatos Eróticos

Sofía y Carlos: Primera experiencia de dominación

... dejar pasar el incidente.

Sofía tomó el tarro con crema y dio un masaje completo desde el cuello hasta los tobillos, todo en el más completo silencio, hasta que dió la siguiente orden.

—Gire su cuerpo y recuéstese boca arriba.

Carlos se giró y quedó en la posición solicitada. Fue que vino la siguiente orden.

—Ponga esta toalla en su cara, cúbrase los ojos para que no le lastime la luz.

Carlos obedeció nuevamente, Sofía tomó el brazo derecho del hombre y con un rápido movimiento colocó una de las correas de velcro sujetando el antebrazo, Carlos sintió más apretada la correa que en otras ocasiones pero no dijo nada. Sofía fue al otro lado de la camilla y repitió la operación con el brazo izquierdo.

—Para que no las extrañes. (Comentó Sofía con tono firme)

Carlos sintió un choque eléctrico que le provocó una ligera erección y no había nada que pudiera hacer. Sofía se dio cuenta perfectamente de la reacción y se aseguró de dar el masaje sin tocar su zona pélvica.

Después del masaje Sofía quitó las correas pero no la toalla en el rostro de Carlos, limitándose a decir con su ya habitual tono de seriedad.

—Vístase y pase a firmar.

La quinta terapia fue similar, con la diferencia que Sofía ahora ató también los tobillos de Carlos a la camilla.

Llegó la sexta y última terapia, en esta ocasión Sofía pidió a Carlos usar la bata pero sugiriendo que podía dejarse la ropa interior, ésta vez no habría masaje ni crema, solo una revisión de movimientos para ...

... darle el alta definitiva.

Mientras Sofía hacía la revisión final Carlos comentó.

—Realmente me empezaban a gustar las correas.

—No a todos les gustan.

—Es una sensación rara, como de abandono y confianza.

—Es bueno saber que me tuvo confianza.

—¿Cuál es su diagnóstico?

—Evolucionó muy bien, ya le puedo dar el alta.

—Yo creo que necesito más terapias.

—Ya no las necesita. Lo que quiere es sentir las correas, no se haga.

—Es verdad.

—Vístase y pase al consultorio para firmar la última sesión.

Carlos se vistió y pasó al consultorio a firmar su última terapia, en esta ocasión se quedó quieto por un par de segundos, sintió un vacío en su interior porque entendía que era la última vez que vería a Sofía. Después de firmar se despidió.

—Muchas gracias por su tiempo y su ayuda.

—Muchas gracias a usted, es un buen paciente.

—Ojalá todos fueran igual de profesionales en el hospital.

—Hay gente muy valiosa en el hospital, no todos son malos.

—Cuídese mucho.

—Igualmente. Hasta luego.

Carlos estaba por salir del consultorio cuando fue sorprendido por la voz de Sofía.

—Carlos, espera.

Por primera vez Sofía se había dirigido a él por su nombre.

—Toma, guarda mi número. Los sábados puedo darte “terapia”. (agregó Sofía)

—¿Puedes este mismo sábado?

—Claro, llámame y nos ponemos de acuerdo en la hora.

El viernes por la noche Carlos marcó el número de Sofía.

—Buenas noches. (Contestó Sofía al descolgar)

—Buenas noches ...