1. El regalo: Un antes y un después (Decimoctava parte)


    Fecha: 12/01/2022, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... escuchaba, entre tanto Martha ya más calmada, aunque aun mirándome con recelo, también me prestaba su entera atención.
    
    —¡Sí! Almudena, Silvia mi esposa, es la asistente que aquí Martha desea convertir en mártir para ganar su pleito amoroso con su marido. Y mirando concretamente a Martha, continúe.
    
    —A mi mujer le ha tocado paladear con la amargura y la tristeza de tu esposo. ¿Sabes que se emborrachó en una habitación de un hotel? ¿Y que contrató los servicios de una acompañante? ¡Pero tranquila! No fue capaz de hacer nada, según me dijo mi esposa. Sí Martha, tal cual lo vaticinaste. Pero a mi mujer si la llamó para que lo rescatara de su abismo. Y a mí con tu decisión, me ha tocado el papel de víctima en todo esto. Porque sí, me duele, me molesta ver como mi mujer es asediada por un hombre que ha perdido la fe en su mujer y que ahora busca unos brazos ajenos en los cuales hallar consuelo. ¡Y no estoy dispuesto a permitirlo! No con Silvia, no con mi amor.
    
    Almudena, se acercó hasta la mesita que soportaba el peso de la bandeja y sonriendo, apoyó sus brazos en las caderas y con los codos un poco echados para atrás, nos dijo…
    
    —Bueno, ¡Vaya novela! Está como para alquilar balcón. Rocky, ¿quieres otra cerveza o prefieres algo más fuerte? Y tú, Martha querida, ¿otra copa de este espumoso francés? Vamos tesoros, aparten esas caras largas que aquí estoy yo para brindarles la solución. —Y Martha me entregó una nueva cerveza fría y se encaminó hasta la mesa con las dos ...
    ... copas colmadas de champán. Se sentó junto a su amiga y con su mano izquierda agitándola, me indicó que continuara.
    
    —Pero Martha, no te busqué ni propicié nuestro encuentro. Todo ha sido fortuito, hemos sido los dos, víctimas de las circunstancias. Tú, tratando de salvar tu matrimonio y yo, por supuesto el mío. Como tres aristas de un mismo triángulo, les recalqué. Mi esposa Silvia deseada por tu esposo Hugo, ellos dos por un lado entre un sí y un tal vez; tú en el otro, tratando de concretar un affaire entre ellos, para obtener tu exoneración y yo por último, intentando de evitar que suceda, para que no se repita mi dolor.
    
    Di un sorbo largo al poco contenido de la botella, con otro más corto, inicié a beber de la nueva. Y mi cigarrillo a medias, se consumía solo entre mis dedos. Me acerqué despacio hasta la mesa, finiquité las lumbres del tabaco, oprimiéndolo con firmeza contra el fondo acristalado del cenicero.
    
    —No te conocía, ni sabía de tu existencia hasta el día aquel, que como me has contado, tu esposo invitó a Silvia a almorzar. Ese mediodía, llovía. ¿Lo recuerdas? Yo sin saberlo me atravesé en tu vida. Era el hombre que corría para refugiarse de la lluvia y tu casi me atropellas a la entrada de aquellas oficinas. Y luego nos cruzamos al salir tú del ascensor y yo, atormentado con tantas sospechas y por no hallar a mi esposa, entraba en el elevador, pensando en qué la había cagado con mi mujer.
    
    Martha agachó su cabeza, buscando tal vez en su mente, rememorar ...
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