1. El regalo: Un antes y un después (Decimoctava parte)


    Fecha: 12/01/2022, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... no!
    
    —Pero llevemos a los niños, estarán seguros y se divertirán, entre tanto podremos caminar por ahí. —Bueno, eso sí puede ser–. Le termine por decir.
    
    ¡No nací con alas, por algo será! Y justo después de recoger todo, nos encaminamos con los niños hacia allí. Mi mamá con mi hija de la mano y mi chiquillo sobre los hombros de mi padrastro. Caminamos un corto trayecto para llegar hasta la zona designada para los más pequeños. Mi mamá como siempre desconfiaba, averiguaba como era, a que altura, cuanto demoraba, quien los iba a recibir del otro lado, en fin, que Alonso me miraba, encogiéndose de hombros y yo un poco avergonzada, tiraba hacia atrás del brazo de mi madre.
    
    —¿ Silvia?... ¡Silvia! —Escuché tras de mí.
    
    ¿Esa voz?... ¡Válgame Dios! ¿También por acá?
    
    Y entonces girándome la observé sonriente y acompañada.
    
    —¡Amanda! ¿Pero qué haces tú por aquí mujer? —Y acercándonos nos dimos los consabidos dos besos y un fuerte abrazo.
    
    —Pues qué quieres te diga. Que me gustan mucho los deportes extremos y la aventura, así que junto a esta, hemos tomado el autobús, decididas a lanzarnos por la tirolina y disfrutar de esta tarde de sol. Sentir un poco la emoción y el vértigo. Ahh, mira Silvia te presento a mi amiga y compañera de piso. Me tocó traérmela casi a regañadientes. —Me dijo mientras yo repasaba de arriba para abajo a aquella mujer que la acompañaba.
    
    —Hola preciosa, soy Silvia, mucho gusto. —El placer es mío, soy Eva. —Me respondió.
    
    —La compañera de ...
    ... piso que se tiene que aguantar las ideas disparatadas de esta loca. Y es que mira Silvia, le tocaba resarcirse bien conmigo, pues anoche me sacó casi a rastras de una discoteca y cuando precisamente mi presa había mordido la carnada. ¡Vamos! Qué estábamos en el mejor momento. Vieras lo bien que la estábamos pasando, con esa música tan movida y el hombre que me sabía llevar por la pista. Pues sí, un problemilla el que estuviera casado pero bueno, eso para mí era lo de menos. Lo importante era divertirnos un rato. Pero a Amanda no sé qué bicho le picó y nos fuimos de allí. Creo que ya no querrá saber nada de mí. Y con lo bueno que esta Ro… —Y halando de su brazo, Amanda se interpuso entre las dos para decirme…
    
    —… Rogué a Dios para que esta mujer no se metiera donde no la habían llamado. Es que con tantos tíos buenos que pululan en las discotecas y viene está «casquisuelta» a echarle el guante a uno casado… ¡Hummm! ganas de perder el tiempo. Pero en fin, ¿y con quien has venido? —Me preguntó Amanda cambiando el rumbo de la conversación y yo me giré para indicarle al lugar donde se encontraban mis hijos con mi madre.
    
    —Con la familia, casi completa, ya sabes que mi esposo trabaja hasta los fines de semana. Ni modos. ¿Y en serio te vas a exponer a lanzarte en esos cables? ¡Qué miedo, mujer! —Le dije a mi amiga Amanda, mientras nos dirigíamos hacia ellos.
    
    —Bueno tesoro, aquí todo es muy seguro, no hay nada porque preocuparse. —Amanda y su amiga se detuvieron unos metros antes ...
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