1. Fin de semana en londres


    Fecha: 03/10/2021, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... corrida suya. Al acabar de correrse, me puse encima. Me dijo:
    
    -No te corriste conmigo.
    
    Le metí un modisquito en el labio inferior, y después le dije:
    
    -No me dijiste cuando.
    
    -Eso es verdad. ¿Me vas a hacer correr otra vez, gatito?
    
    -A eso voy, preciosa.
    
    -Dime cosas bonitas.
    
    Haciendo palanca con mi culo para rozar su punto G al penetrarla, le dije:
    
    -Eres más linda que una puesta de sol.
    
    -Dime que me quieres.
    
    -Te adoro.
    
    -Dame, fuerte.
    
    La follé duro. Los muelles de la cama cantaban la Traviata cuando Ariana me dio la vuelta. Quitó la polla del coño, y empapado, me lo puso en la boca. Se puso mandona.
    
    -¿De quién querías abusar tú, gatito?
    
    La cogí por la cintura con las dos manos y le lamí el ano y el coño. No tardó en decir:
    
    -Para, cielo, para que me corro.
    
    -El cielo es lo que estoy yo tocando con mis manos. ¡Córrete, muñequita!
    
    -¿A qué tu cielo, la muñequita, te ahoga con una corrida, gatito?
    
    -Cobardica.
    
    Se puso brava.
    
    -¡¿Cobardica yo?!
    
    Su coñito voló sobre mi lengua y mi nariz, hasta que se paró, apretó el culo y descargó en mi boca.
    
    -¡Bebe, gatito!
    
    Los jugos de sus corridas eran deliciosos, blanquitos, espesitos, calentitos y con un ligero sabor a orina. Me sabían a gloria bendita.
    
    Tendida sobre mí, al ratito, me preguntó:
    
    -¿Dónde quieres que la meta ahora? Pide y te complaceré.
    
    -Solo queda un ...
    ... sitio.
    
    Me vaciló.
    
    -¡Por ahí no!
    
    -¿No?
    
    -No, tengo cosquillas en los sobacos. Si acaso - la acercó al ojete-. Si acaso por aquí. ¿Quieres que tu gatita la meta en el culo, gatito?
    
    -Sí.
    
    Se le llenó la boca al decir:
    
    -El gatito me salió mariquita.
    
    La metió primero en el coñito. La sacó engrasada y la fue metiendo despacito. Con toda dentro del culo, me besó y me preguntó:
    
    -¿Te gusta mi culo?
    
    -Sí.
    
    -Me gusta que te guste.
    
    Me folló despacito. Sentía su coñito mojado rozar mi pelvis. Sus tetas desaparecían sobre mi pecho y su boca era un manjar que me dio todo el tiempo.
    
    Después de un rato largo, muy largo. Ya ardiendo, me dijo:
    
    -Estoy llegando. Dime cosas guarras e insúltame.
    
    La nalgueé.
    
    -¿A dónde estás llegando, puta?
    
    -¡Al cielo, mariquita!
    
    -¿No sabia que el cielo estaba lleno de mierda, viciosa?
    
    -¡Dame fuerte, cabrón!
    
    Le ataqué el culo con fuertes clavadas. Me corría sin remedio. Tuve suerte, ella también se corría. La quitó del culo, la metió en el coñito, y me dijo:
    
    -¡Rómpeme el coño!
    
    Dicho y hecho. La follé a romper y algo se le debió romper dentro porque se corrió a chorros.
    
    Corriéndome con ella, esta vez dejé que se oyeran sus gritos. Que se enteraran cómo se corría una mujer de verdad.
    
    Nos quedaba todo el fin de semana y a fe que lo aprovechamos, podría ser la primera y la última vez que estuviéramos juntos.
    
    Quique. 
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