1. Dulces artesanales


    Fecha: 05/01/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... ES UN HIJO DE PUTA!!
    
    Estefanía tomó el volante con fuerza para no cometer una locura. Intentó controlar su respiración, pero no pudo evitar que algunas lágrimas salieran de sus ojos. Eran de pura furia y de profunda impotencia.
    
    La historia de Sergio era real. Él tenía cincuenta años, estaba casado y tenía dos hijas. Estefanía no era una niña. Nadie es niño a los veinticinco años. Sin embargo, le creyó a su ex jefe cuando éste le dijo que estaba dispuesto a dejarlo todo por ella. Finalmente, lo único que dejó antes de huir a Europa fue a su semilla recargada y germinando.
    
    -¡Ahí tenés! Ya es hora de que les vayas contando quién es su padre. -Rosa parecía sentirse respaldada por la arenga de sus nietos.
    
    -Basta, mamá- dijo Estefanía casi en un sollozo- te pido por los chicos que pares de una vez porque me vas a volver loca.
    
    -¿¡Por los chicos!? ¡Ah, pero qué cara dura! ¡A la señorita le gusta jugar a ser la putita del jefe y resulta que ahora le preocupan los chicos!
    
    -¿Mami se va a volver loca, Marcos?- Joaquín le preguntaba por lo bajo a su hermano.
    
    -No. Mamá es “putita”. -Respondió Joaquín en tono confidente. Y ambos ahogaron una risa histérica.
    
    Estefanía no respondió; no reaccionó. Sabía que era mejor sentirse humillada que intentar defenderse. Sabía que era mejor contener la furia que descargarla. Sabía que, después de todo, nunca había dejado de sentir pena por ella misma. Sabía que estaba harta de todos y de todo, pero fundamentalmente sabía que ...
    ... estaba harta de estar harta; de su mal humor crónico; de su enojo constante con la vida. Su madre retomó el sermón justo donde lo había dejado, pero ella ya no la escuchaba. Los niños fueron más piadosos y, después repetir la palabra “putita” una veintena de veces sin que nadie les llamara la atención, simplemente se aburrieron y continuaron jugando a acertar la marca de los automóviles que pasaban en sentido contrario.
    
    Estefanía había puesto su mente en blanco. Se había ido de allí. La angustia había dejado lugar a la indiferencia. Había levantado una vez más aquella coraza que la separaba del mundo y le permitía seguir adelante en los peores momentos. La estrategia era sencilla y efectiva, y últimamente la utilizaba seguido: concentrarse fuertemente en un recuerdo, en una fotografía mental, y perderse en ella por completo. El recuerdo solo funcionaba como un disparador; luego, la historia la escribía su imaginación.
    
    La tarea consistía en escoger una foto mental, introducirse en ella como por una ventana y empezar a rodar una película a partir de aquella imagen donde ella era la protagonista. Era un juego tan sencillo como el de anticipar la marca de los vehículos que se aproximaban de frente. Las ficciones que rodaba su mente eran variadas; podían ser cotidianas, extraordinarias, alegres, emotivas, eróticas o descarnadas. Pero en todos los casos, siempre eran infinitamente más felices que la única senda que le había ofrecido el destino. Ese era el objetivo del juego. ...
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