1. Trío en la piscina con nuestra adorable hija


    Fecha: 31/12/2017, Categorías: Incesto Autor: LadyClarisa, Fuente: SexoSinTabues

    ... eran mis intenciones, y él pareció acceder a ellas. —Creo que todos… nadaríamos mejor si nos quitáramos la ropa —dijo él. Laura asintió, pues previamente le había dicho que trataría de que su padre estuviera con ella como su primer hombre. Mi esposo no lo sabía, pero estaba siendo víctima de dos inteligencias perversas. Así pues, nos desnudamos dentro del agua. Laura tiró su bikini y mi marido sus bóxeres. Arrojé mi tanga para que flotara sobre el agua. Estábamos al natural, y era tan mágico saber que ya nada se interponía entre nuestros cuerpos. Laura nadó hasta su papá. Lo abrazó con una timidez propia de una niña que no sabe cómo proceder ante una nueva realidad. Yo sonreí lo más maternal que pude, indicándole a mi marido que aprobaba y quería que la situación siguiera su curso natural. Él cerró los ojos, conmovido por lo que el cariz de la situación sugería. Abrazó a Laura con fuerza y la sacó del agua. Subió por las escaleras con ella todavía pegada a su cuerpo varonil. Sus manos la sujetaban de las nalgas mientras los muslos de la nena estaban enredados alrededor de su cintura. Salí por el otro lado de la piscina y tendí una toalla sobre el césped. Felipe recostó a la menor con suma delicadeza, y mi hija agradeció abriendo las piernas para él. En ese momento, mi marido se quedó paralizado. Su pene, levantándose, demostró ir en contra de los pensamientos morales que, de la nada, buscaron un sitio dentro de la depravada mente de Felipe. —¿Qué pasa? —pregunté, ...
    ... arrodillándome junto a Laura y descubriéndole la frente. —No… no sé qué hacer. ¿Qué está pasando, Michelle? —Lo mismo que estás pensando. Felipe, es tiempo de que… hagamos esto. —No —bufó mi marido, alejándose de nosotras. Laura me miró, sorprendida por la reacción de su papá—. Esto… dejará traumatizada a Laura. —No sucederá así —le dije—. Mírame, Felipe. Él lo hizo, y cuando capté su atención, le ofrecí mis senos a mi nena. Su lengua se apoderó de mis puntitas y succionó su interior como si quisiera extraer leche de ellos. Mi esposo observó la escena con un iracundo miedo en sus entrañas. Paseó su mirada por mi rostro y luego hasta llegar a la raje de nuestra bebé, que se estaba abriendo y cerrando a medida que ella jugaba con sus piernas. —Es… hermosa —dijo él, y Laura le miró. —Papá —susurró mi hija, y esa simple palabra quebró la cordura de mi marido. Dejó, pues, que su cuerpo le guiara. Volvió con nosotras, tímido como un estudiante a punto de perder la virginidad. Se sentó justo entre las piernas de Laura, y ella aprovechó para levantarlas y poner sus tobillos sobre sus hombros. Felipe, sonriendo con ternura paternal, besó los pequeños deditos y provocó risas en su hija. Ese mágico sonido, el de las risas de una niña, lograron que él avanzara más. De los dedos, besó el empeine, y siguió por las piernas hasta que al fin, llegó al sexo que se le ofrecía. Cerró los ojos y posó su boca sobre la hendidura de la nena. Laura rio cuando la barba recortada de su papá le pinchó los labios. ...
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