El bosque encantado - Relatos Eróticos

El bosque encantado

... glande. ¡Fantástico!
Poquito a poco, despacito, como le gustaba, se la fui clavando.
-¡La siento! La siento en el recto. ¡Va fenómeno!
Así seguí hasta que los huevos se apretaron contra los glúteos. Comencé a bombear despacito. Adentro, afuera, sin sacarla. Ella me acompañaba con sus movimientos. Hacia atrás, hacia adelante.
-¡Papito, papito! ¡Me viene! ¡Me viene!
Puse una de mis manos, en la que no me apoyaba en su espalda, en la concha y sus jugos quedaron en mis dedos. Los llevé a mi boca y los chupé. Tuve unos cinco minutos así, adentro y afuera, hasta que sentí el deseo de acabar. Me apoyé bien en ella, montado como un perrito y se lo sacudí
-¡Sisisi! ¡Esoooooo!
Yo apretaba los labios para no gritar de placer y la admiraba. ¡Qué culo divino! ¡Fabuloso!
-¡Siento como me llenás! ¡Qué lindo! Me debe llegar al estómago. ¡Qué rico! ¡Cómo me gusta! 
Y en el ínterin, como no quiere la cosa, Ariadna se mandó otras dos acabadas.
-No la saqués. Dejala. Me gusta sentirla aunque no esté dura.
En eso avisaron que terminó el turno.
-Bueno, justo, nos dio tiempo.
Se la saqué y por sus muslos chorreaba el semen. Ariadna estaba absolutamente limpia. Ni el menor rastro de mierda. Se había preparado perfectamente.
-Bueno tesoro. Vamos a bañarnos.
Esta vez lo hicimos sin demasiados juegos. Un par de chupaditas y mamaditas, jabón, enjuague, líquidos para el cabello y secador, para no llegar a casa con el cabello muy mojado. Nos vestimos y bajamos hacia el estacionamiento. 
¡Este primer momento en el bosque encantado fue maravilloso!