A los 15 - Relatos Eróticos

A los 15

Por fin, a los 15 años, tenía un amigo con el que jugar, tener aventuras y hacer gamberradas. Antes de conocer a Jose, mi vida era un aburrimiento. Iba de casa al colegio y del colegio a casa y, en casa, me pasaba las tardes y los fines de semana en mi cuarto. Tampoco, el ser un chico delgadito de 15 años que aparentaba 12, delgadito y enclenque, ayudaba mucho a la hora de hacer amigos. Pero desde que conocí a Jose la cosa cambió. A partir de entonces, después de clase, todo eran juegos en los que, alguna que otra vez, nos metíamos en problemas. Y yo, que no quería que se cansara de mí, lo seguía en todo lo que me proponía.
Como el día que me dijo que había descubierto unos lavabos en el colegio que tenían pestillo, y que lo podríamos conquistar como si fuera nuestro refugio y yo, como siempre le seguí para conquistar esos lavabos. Los lavabos eran los de la biblioteca, por lo que, antes de que la cerraran nos escondimos y pudimos acceder a esos lavabos. Eran unos lavabos mucho más limpios que el resto de lavabos y hasta tenían bancos y duchas como de vestuario.
En cuanto entramos, Jose echó el pestillo, se sentó en un banco y sacó dos cigarrillos del bolsillo de su camisa.
-	¿Quieres? – me dijo acercándome un pitillo.
Y yo, por seguirle, cogí el cigarro. Me lo encendió y a la primera calada empecé a toser sin poder parar mientras que Jose no podía parar de reírse.
-	Es que es mi primer cigarrillo – le dije en cuanto recuperé el habla.
-	Fuma que así dejaras de ser un ...

... niñito, 
Al parecer, el cigarrillo llevaba algo más que tabaco porque, a la segunda calada, empecé a notar un super mareo extraño.
-	¿Somos muy amigos verdad? ¿te puedo preguntar una cosa sin que te enfades?
-	Claro que si, por eso eres mi mejor amigo
-	¿Tú te haces pajas?
Volví a toser sin parar de nuevo, no sé si por el cigarro o por la pregunta.
-	No…
-	Pero… ¿porque no quieres o porque no sabes?
-	No lo se… nunca lo he hecho
-	¿quieres que te enseñe?
-	Bueno – le dije sin saber lo que pasaría después, solo por no llevarle la contraria y por los efectos del cigarrillo.
-	Ven acércate
Y me puse delante de él, que seguía sentado en el banco.
Sin poder reaccionar me había desabrochado el pantalón y la cremallera y me había bajado los pantalones y los calzoncillos a la vez. Mi pene, y mis huevecitos, a los que todavía no le habían salido ni un solo pelo, quedaron al alcance de sus manos.
	Con dos dedos, cogió mi pene, que estaba super flácido, tiró la piel para atrás y apareció la cabecita de mi pene toda rojiza y brillante.
-	¿Ves?. Si tiro la piel para atrás y para adelante muchas veces se te pondrá más grande y dura, ya verás.
Y comenzó a mover la piel adelante y atrás, primero con solo dos dedos y  después me la cogió con toda su manos a medida que iba creciendo.
Yo era incapaz de negarme a lo que me estaba haciendo, A parte que, no se si sería por efecto del cigarrillo, pero lo que me estaba haciendo me estaba gustando mucho. En mi vida había sentido las ...