Primero la madre - Relatos Eróticos

Primero la madre

Miércoles 8:30 A. M., iba rumbo a mi oficina y la veo caminando, jeans blancos sin bolsas, botines, chamarra de piel corta, su característica coleta, me orillo, le pregunto si puedo llevarla y se sube al auto.

A Marta y a Dany su hija, las había visto varias veces en la calle, cerca de mi casa, ambas mus parecidas, la madre de 43 años, la hija de 21, altas para el común de las mujeres, piernonas, nalgonas, chichonas, muy guapas, casi siempre vestidas de la misma manera.  Mi relación con ellas empezó la ocasión que la auxilié a cambiar dos de sus neumáticos y les presté mi repuesto, en agradecimiento me invitaron a cenar a su casa y a partir de ahí, las visitas se hicieron más frecuentes, salimos varias veces, siempre nos acompañaba el novio de Dany, un chico bueno para nada.

La vi desesperada así que la invito a desayunar para platicar del asunto que le preocupa, ella acepta y decido no ir a la oficina, me enfilo fuera de la Ciudad al restaurante de un hotel tipo campirano, ubicado en un pequeño bosque.  En el restaurante había poca gente, obvio por el día y la hora, llamó la atención de la escasa concurrencia masculina.  Durante el desayuno me contó acerca de como se había afectado la relación con Dany debido a la relación con su novio, me ofrecí a hablar con ella, poco a poco su semblante fue cambiando, el clima era fresco, se respiraba tranquilidad, en el momento que ella se levantó para ir al baño, un mesero se acercó para preguntarme si quería una habitación, sin ...

... pensarlo acepté, no estaba seguro de si la iba a utilizar.  Pagué la cuenta y la habitación.  Regresó y la invité a caminar para que conociera el lugar.

Llegamos al riachuelo, subimos al puente y nos quedamos en el viendo pasar el agua, puse mi mano sobre la de ella, no la retiró, con la otra mano tomé su rostro, volteó y la besé, respondió el beso, nos abrazamos, pasé mis manos debajo de su chamarra, acaricié su espalda, su pecho subía bajaba, apoyé una mano en su cadera y la baje poco a poco hasta posarla en su culo, redondo y firme como lo había imaginado, acaricie sus nalgas, las estrujé suavemente, mi verga reaccionó, así lo sintió ella.

Le susurré al oído que me gustaría estar a solas con ella, por supuesto que entendió y asintió, desandamos lo andado para regresar al hotel, la habitación estaba hasta el fondo de la primera planta, un ventanal daba al bosque y tenía una pequeña terraza con la misma vista, nos sentamos en la terraza y recomenzamos lo que habíamos iniciado, los besos eran más y más desesperados, las caricias más atrevidas, puse una mano en su pecho, estrujándolo, sopesándolo, sintiéndolo a través de la ropa, deslicé la mano hasta llegar a la entrepierna, abrió las piernas permitiéndome colocarla en su concha, la acaricié, la estrujé, nuestra respiración se agitó más y más, me puse de pie y le ofrecí la mano para levantarse, caminos al interior.

Nos abrazamos de pie, le quité la chamarra dejándola caer, mis manos se deslizaron por su espalda hasta ...