1. El esclavo romano III


    Fecha: 10/08/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Máximus, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... Por cierto… No te he puesto tu collar.
    Hice una señal y uno de mis esclavos le puso a Skýlos un collar de plata con una placa que decía: “Propiedad de Máximus Romulus. Si escapa o se pierde entregar al dueño” El collar fue sellado y se volvió la única pieza de “ropa” que traía puesta.
    El muchacho me miraba directo a los ojos. Tenía unos ojos cafés profundos y llenos de virilidad. Abrió la boca y se sambutió la cabeza de mi verga de un golpe. Yo solté un gemido de placer por la inesperada bienvenida. Skýlos mamaba verga como profesional, sus labios carnosos apretaban muy rico y su lengua jugaba a veces con el tronco de mi hombría. 
    -¿Ya ves perro? ¿Qué te costaba portarte bien desde un principio? Si sigues comportándote como un buen perro puede que te de un taparrabo para que te cubras ese pitito bonito que tienes jejeje. 
    Dije y al carajito se le pusieron los cachetes rojos de vergüenza. Desde mi posición repasé con mi vista su cuerpo juvenil y me di cuenta que estaba decentemente trabajado. Tenía el pecho y la espalda anchas, la cintura estrecha, una nalgotas (que eran mi parte favorita de él), unos brazos trabajados, su vientre planito, y unas piernas gruesas cubiertas de pelitos negros. Me dio curiosidad saber un poco más de él así que le pregunté que a qué se dedicaba antes de ser capturado. Skýlos sacó mi pene de su boca, se limpió con el antebrazo y me contestó -antes trabajaba en una granja con mis padres y mis hermanos, señor. Además, mi padre me enseñó a usar ...
    ... la espada por si era necesario.
    -¡Pues te enseño muy bien a manejar espadas! 
    Le dije y él se sintió muy apenado al entender a lo que yo me refería. Luego siguió con la mamada, que, siendo honesto, no me calentaba tanto como poseer su culo.
    Lo levanté de la cama y le ordené que se quedara quieto. Él así lo hizo, pero se tapó el pene con sus manos.
    -Ni que no te lo hubiera visto ya.
    Le dije y el chico me mostró los dientes como perro. Llamé a mis esclavos y les ordené que me trajeran a una de mis mujeres esclavas, una joven, más o menos de la edad de él. Cuando la muchacha entró llegó desnuda y Skýlos, en plena flor de la juventud, no podía quitarle la vista de encima a la muchacha. 
    -Cógetela.
    Le ordené al chico. Él me miro con cara de confusión. Pero yo repetí la orden y él tuvo que hacer lo que yo le decía. La muchacha se puso en cuatro y cuando Skýlos se quitó las manos de su verguita me llevé la sorpresa al ver que su pájaro ya estaba parado. Era común en esa edad. Skýlos se posicionó tras la esclava y le metió la verga por la vagina con agresividad. La chica solo gemía de placer. 
    Yo me senté a lo lejos y me la jalaba al ver el espectáculo. Las nalgas del muchacho iban y venían, mostrando de vez en cuando su fundillito. Las bolas de él rebotaban en las nalgas de ella. Y me excitaba ver como su hombría entraba y salía de la panocha de la mujer. Skýlos empezó a sudar por el esfuerzo. Yo sin hacer ruido me escabullí por detrás y preparé mi embestida. Con una mano ...