1. El esclavo romano III


    Fecha: 10/08/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Máximus, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Mi verga tamaño familiar, venuda y con la cabeza chorreando líquido preseminal estaba apuntando al techo. Yo no dejaba de ver el agujerito que me enloquecía como una bestia hambrienta de sexo.
    -Te diré algo, muchacho. Tu culo ha hecho mucho mejor trabajo que el de muchas mujeres que he tocado. Siéntete afortunado eres el primer hombre al que le meto la verga. Y aún no me canso. 
    Le dije a Skýlos mientras me jalaba la verga dejando mis manos todas babeadas por el pre. 
    
    (Primera Parte: https://relatoseroticos-club.com/42563_el-esclavo-romano)
    (Segunda parte: https://relatoseroticos-club.com/43657_el-esclavo-romano-ii)
    
    Me hinqué en la cama y apunté la punta de mi lanza en la entrada prohibida del muchacho. Él gritaba y pedía piedad. No es que lo fuera a matar (creo) pero parecía que eso quería hacerle. Lo que pasaba es que era un hombrecito, y perder su hombría era mucho peor que morir. 
    -Ábranlo bien.
    Les dije a mis otros dos esclavos que estaban a cada lado de la cama. Como Skýlos estaba bien atado boca abajo en mi cama nada podía hacer. Mis otros dos esclavos agarraron con ambas manos cada uno una nalga del muchacho y las abrieron para mí, dejándome el paso libre para una segunda cogida. 
    Le puse lentamente la punta de mi cabeza en su ojete, como si el hoyito de mi verga le diera un besito a su orto de adolescente. Un escalofrío de pura excitación recorrió todo mi cuerpo, poniéndome la piel de gallina y comencé a sudar de pura calentura. 
    -Amo, amo, por favor no ...
    ... me cojas, te lo pido por piedad…
    Dijo mi joven esclavo y luego escondió su cabeza en las sábanas de la cama y empezó a sollozar. La estaba haciendo mucho de emoción ¡y eso que aún no se la había metido! 
    -¡Hablarás cuando se te diga perro!
    Le grité y empecé a soltarle de nalgadas.
    -¡Para que llores por algo de verdad! 
    Y continué golpeándole sus cachetotes hasta que empezaron a pintarse color cereza. 
    -¡Creí que había comprado un hombre, no un puto! 
    -¡Si soy, si soy un hombre!
    Gritó Skýlos con fuerza y vi como todos sus músculos se tensaron por el grito. Dejé de darle nalgadas y empecé a acariciar una de sus piernas velludas. 
    -Me vas a mamar la verga, como el hombre que eres, y si no lo haces bien, te meteré un palo en el culo y te sacaré a pasear a la calle como el perro que eres.
    -¡Sí, señor!
    Dijo y noté que puso la voz más varonil que pudo. 
    -Desátenlo. 
    Le ordené a mis esclavos y ellos soltaron a Skýlos. Él se quedó tendido boca abajo en la cama, sin moverse y con la respiración agitada. Poco a poco se empezó a dar la vuelta y vi su rostro rojo de coraje. Sus ojos estaban llorosos y tenía el ceño fruncido. ¡Seguía sin estar del todo domado el cabroncete! 
    -Ven aquí.
    Le ordené y yo señalé mi herramienta. Skýlos avanzó lentamente hasta el borde de la cama y se sentó.
    -¿Ahora sí vas a mamar como un hombre, verdad? 
    El muchacho no dijo nada, pero se notaba que estaba muy enojado. Agarró con fuerza mi verga con una mano y empezó a bombearme.
    -Así me gusta. ...
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