Con mi hija, sin que ella sepa - Relatos Eróticos

Con mi hija, sin que ella sepa

(Tomar debida nota de que todo lo que se halla a continuación es producto de una invención)

CON MI HIJA. SIN QUE ELLA SEPA

Mi nombre es Claudio, 38 años, complexión media (lo demás imagínenlo como les guste). Recientemente me enteré de la existencia de una hija mía que cuenta ya con 16 años y de la que nunca supe debido a que su madre simplemente no quiso revelármelo.


Verán, nunca fui muy paternal, no supe de la existencia de mi hija hasta que era ya una adolescente y cabe destacar que sólo con verla pude recordar a su madre, eran idénticas.
 Por desgracia, ella había fallecido, y mi hija vino a mí por que no tenía ya a nadie a quien recurrir. 

Era, al igual que la madre, una criatura hermosa aun siendo tan joven.

A pesar de ser padre e hija, no sentía que me uniera a ella ningún lazo, y eso era aún más obvio para mí al verla caminar por mi casa casi como dios la trajo al mundo. Solía utilizar tan sólo camisetas y faldas ceñidas al cuerpo. Dejándome entrever su maravillosa figura de carnes jóvenes y firmes.

 Quizá mi expresión anterior fue un exageración, ella no estaba desnuda y el clima del lugar era muy cálido como para emplear otro o más tipos de prendas. 
En una ocasión, al llegar a mi casa después del trabajo, la pillé despidiéndose de un chico con un beso. No fue más que un beso en la mejilla de hecho, pero bastó para enfurecerme, quién se creía ese sujeto que era para despedirse de esa manera de mi hija?
Sin embargo, pronto me di cuenta de ...

... que no eran celos de padre los que tenía, sentía que si alguien tenía derecho a acercarse a mi hija, ese alguien era yo. Puesto que la había aceptado en mi vida de la nada, y la había mantenido sin obtener nada a cambio. Ese sentimiento era acentuado por el hecho de que seguía viendo a mi hija como alguien externo, no como una hija sino como a una mujer joven con la que tenía ansias de acostarme.
Empezaba a sentir que era ya hora de esperar retribución.
Por desgracia, a pesar de mi punto de vista, ella sí que me veía como padre. Me llamaba padre todo el tiempo, y siempre solicitaba mi permiso para desarrollar sus actividades, de manera que si en algún momento había pensado poder obtener algo por la vía fácil con ella, esa idea de inmediato se vio reemplazada por otra
Debía encontrar mejores circunstancias sin que ella se diera cuenta.
Sin embargo, no quería tener que recurrir a la fuerza. Algo así podría obtener resultados catastróficos para mi persona, y francamente, de lograr acostarme con ella, no quería que el suceso se limitara a una única ocasión. De manera que me ví en la necesidad de urdir algún plan.

Fue bastante sencillo de hecho. 
La oportunidad perfecta se me presentó en bandeja en forma de una fiesta juvenil.
Mi hija, al ser una adolescente y además una hermosa, naturalmente empezó a ser invitada a estos eventos.
La primera vez que vino a mí, lo hizo toda timidez. Yo me resistí un poco a aceptar para de todas maneras otorgar mi permiso. 

Asistió a la ...