1. Cuál es el límite de una madre


    Fecha: 03/12/2017, Categorías: Incesto Autor: Casada, Fuente: CuentoRelatos

    ... manos acariciaban mis nalgas, comenzando a bajarme lentamente mis bragas. En el sueño yo quería detenerlo, pero algo no me dejaba moverme. Estaba completamente paralizada y ni siquiera la voz me salía pidiendo que se detuviera. Sentía sus dedos avanzar por mi entrepierna hasta llegar a mi sexo. Como suavemente me comenzaba a acariciar y como lentamente su dedo se iba penetrándome.
    
    Por más que intentaba moverme, detenerlo, mi cuerpo no respondía, hasta que sentí que su dedo salía de mí y como él se acomodaba detrás de mí. Sabía que era lo que venía y luchaba con todas mis fuerzas por moverme, pero era inútil. Sentía su duro pene buscar la ubicación, como rozaba mi sexo, hasta que logrando la posición exacta, su verga fue adentrándose dentro de mi cuerpo. Mis lágrimas corrían sin poder detenerlo, mientras su duro miembro entraba más y más hasta poseerme por completo. Luego sentía sus manos en mis pechos y como me follaba una y otra vez. Sentía claramente el roce de su verga dentro de mí y un calor dentro de mi cuerpo. Comencé a excitarme, pero igual me frenaba, hasta que sin darme cuenta estaba gozando como una loca, como hace mucho tiempo no me sentía, logrando un monstruoso orgasmo despertándome con un grito, y con mi bragas completamente mojadas. Me quedé mucho rato despierta y cerraba los ojos y vivía cada una de las imágenes.
    
    Que me estaba pasando, esto no era natural, como podía haberme excitado con mi hijo. Quizás era por los años que llevaba sin tener nada ...
    ... con nadie. Quizás todas esas confusas ideas en mi cabeza me había hecho llegar a eso. Sin poder conciliar el sueño nuevamente me quede despierta en un mar de dudas.
    
    Ya era el cuarto día que no hablábamos con Andrés y no podía dejar pasar más tiempo. Llegue un poco más tarde que de costumbre por motivos de trabajo y Andrés no se encontraba en casa. Lo esperé hasta muy tarde, hasta que sentí que entraba a la casa. Se fue directamente a su cuarto y sentí que prendía el televisor. Sentía un nudo en la garganta, no sabía cómo enfrentarlo, que decirle, y por mucho que lo había pensado, nada se me ocurría. Salí de mi cuarto y permanecí más de 20 minutos fuera de su cuarto.
    
    Estaba a punto de volverme a mi cuarto, cuando sacando fuerzas de no sé dónde, abrí la puerta. Andrés estaba acostado en la cama y ni siquiera me dirigió la mirada. Me acerque a su lado y me senté en la cama. Sin saber que decir me quedé unos minutos callada y luego apoyé mi cabeza contra su pecho. Comenzamos a llorar y a pedirnos disculpa mutuamente. Yo sentía que él estaba muy arrepentido de lo que había hecho y yo trataba de calmarlo, diciéndole que lo mejor sería que no habláramos más del tema.
    
    Pero en la posición que estaba, apoyada en su pecho y mis caricias sobre este, mis ojos vieron como dentro de su pantalón se estaba formando un generoso bulto. Sus caricias sobre mis cabellos eran muy dulces y comencé a sentirme un poco extraña. No podía dejar de ver eso que se estaba formando y mi mano ...