1. La edad de los descubrimientos


    Fecha: 17/02/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Donathien, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... en una cama. Era la primera vez que hacia el amor con alguien y ese alguien era otro chico. Los años de formación católica se hicieron presentes en forma de miedo y culpa pero el miedo se sentía tan abstracto, y sus besos eran tan reales y tan DELICIOSOS…
    
    Guiando mis manos con delicadeza, me enseñó a acariciarlo. Quise aprender también lo que él mismo me había hecho y empecé a descender por su cuerpo por un camino de besos que lo hacían suspirar y gemir. Al llegar ante su pene, mucho más grande que el mío, curiosamente curvado – después me explicó que le gustaba usar ropa interior apretada para que no se le notara – y duro y húmedo, me detuve un momento. Aún hoy, cada vez que acaricio un pene, recuerdo ese momento y todas las sensaciones que lo acompañaron: el olor, la textura en mis manos y en mi boca, el sabor, la consistencia. 
    
    Estuvimos mucho tiempo así, desnudos, acariciándonos, besándonos por todas partes, riendo, disfrutando. Supo retirarse antes de que yo me viniera y me avisó para parar lo que estuviera haciendo antes de su orgasmo y así pasamos la tarde, pero llegó el momento en que mi excitación era tanta que quería saber lo que seguía. Entonces él se dedicó a chuparme cada vez con más fuerza, completamente concentrado en mi placer hasta cuando sentí que explotaba en su boca con la fuerza de bombas nucleares. Me quedé sin ...
    ... respirar y tal vez me haya saltado varios latidos. Me sentí flotar y hacerme inmenso y luego caer y caer y caer entre los sobresaltos de su lengua limpiando todo rastro de elixir de mi piel.
    
    Tras un ratito abrí los ojos y él estaba recostado a mi lado, sonriéndome apoyado en un codo, masturbándose y acariciándome la cadera con el pene. Lo besé y me encargué de la tarea acariciando su sexo despacio, con suavidad, acelerando poco a poco el ritmo de mi mano. Se puso de espaldas y yo me senté a su lado, tocándole el cuerpo con la mano izquierda mientras lo masturbaba con la derecha hasta cuando eruptó en una repentina emisión de lava blanca y caliente que cubrió mi mano y salpicó su estómago, su pecho y su rostro.
    
    Como me había venido en su boca tuve curiosidad sobre el sabor de su semen y me dediqué a lamerlo; primero el rostro, luego el pecho, el vientre y el sexo. Ese sabor me encantó desde el primer momento y me sigue pareciendo exquisito.
    
    La tarde se terminaba y ya empezaba a anochecer cuando me invitó a que nos ducháramos juntos. Acepté y jugamos bajo el agua como niños, ya libres de lujuria pero con la confianza de la intimidad total.
    
    Nunca olvidé mi primera relación sexual, ni cómo empezó todo en el cuarto piso del colegio, en la nueva y reluciente aula de informática, una tarde gris justo después de la clase de deportes.
    
     
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