1. La edad de los descubrimientos


    Fecha: 17/02/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Donathien, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... fuerza el sexo, volvió a decir: “Recuerda, si necesitas ayuda presiona la tecla Escape”, apretándome un poco más para resaltar la tecla en cuestión. Yo descendí hasta su nivel y lo agarré también. No lo esperaba y dejó salir el aliento con fuerza. Estábamos muy cerca. Le dije “¿Así?” apretándolo a mi vez, sintiendo su pene cálido bajo mi palma, apenas separada de su piel por la capa de algodón. Su rostro estaba muy cerca del mío y me fijé en esa boca provocativa, tan cercana, y lo besé.
    
    Después de eso, era común que los dos nos retrasáramos cambiándonos tras la clase de deportes. Con cierta timidez me aseguraba de que se enterara de la ropa interior que usaba y tras unos días me dí cuenta de que él también había empezado a usar tangas, que se veían muy bellas en su cuerpo delgado. Recuerdo especialmente una de color rojo vivo que resaltaba con intensidad sobre su piel blanca, y que quizá hubiera comprado en una talla un poco chica para él, porque el pene parecía atrapado por la tela como si resultara doloroso. Ese día me dieron muchas ganas de tocarlo.
    
    Por su parte, él no desaprovechaba ocasión de apretarme una nalga en medio del tumulto, al regresar al aula tras el descanso, o al subir al bus escolar. Así que en esos breves momentos de intimidad de locker, mientras nos cambiábamos, hacía todo lo posible porque contemplara mi trasero juvenil, firme y redondeado, en todo su esplendor. A veces, “accidentalmente”, el borde de la ropa interior se corría hacia adentro ...
    ... dejando ver la totalidad de una posadera, y lo escuchaba suspirar. Otro accidente que empezó a suceder implicaba la ropa interior accidentalmente deslizándose hacia abajo dejando ver parte, o en alguna ocasión, todo el miembro, casi siempre semi-erecto. 
    
    Y un día tuvimos que hacer un trabajo en equipo. Decidimos hacerlo en su casa el viernes en la tarde. Acudí muy puntual, vistiendo sólo una sudadera de dos piezas y bajo ella mi última adquisición; una tanga negra, de tiras delgadas y que a duras penas cubría la mitad de mis glúteos. Llegué a su casa muy excitado.
    
    Él llevaba una camiseta blanca y un short rojo de un estilo bastante común en esa época, elástico y abierto por los lados con apliques blancos en los bordes. Le quedaba muy ajustado. Noté que no llevaba ropa interior y que también estaba excitado.
    
    Subimos a su habitación y empezamos a trabajar, aprovechando cualquier ocasión para “presionar la tecla Escape” y otras caricias disimuladas, hasta cuando su madre nos anunció desde el primer piso que se iba, que no regresaría pronto y que teníamos la cocina a nuestra disposición.
    
    Tan pronto se cerró la puerta principal, se abalanzó para besarme. Nos abrazamos y nos tocamos y nos exploramos, pero siempre eran los penes los que atraían las manos con extraño magnetismo. Nos abrazamos con fuerza y sentimos sexo contra sexo a través de delgadas telas y sentí cómo el suyo crecía junto al mío con pulsaciones irresistibles. Poco a poco empezó a empujarme hasta la cama hasta ...