1. Una noche en el calabozo


    Fecha: 13/02/2020, Categorías: Sexo en Grupo Tus Relatos Autor: Kalu Arba, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... hayan retirado todo de la caja registradora.
    
    Zoé se acercó a mí, me dio los alambres que usó para abrir la puerta y me dijo: 
    
    —Mételos en la cerradura, juega con ellos hasta que la caja se abra. Junta todo lo que veas adentro y luego vuelve a la puerta donde nos encontraremos. Nosotras vamos a buscar todo el alcohol que podamos cargar.
    
    El almacén era algo grande. Tres estanterías formaban cuatro pasillos de entre diez y quince metros. Solo veíamos lo que alumbrábamos con los celulares, ya que las ventanas estaban cerradas y si prendíamos la luz podría alguien vernos e informarle al dueño. El alcohol se encontraba al fondo y la caja frente a la puerta. 
    
    Comencé a transpirar de los nervios. Pensé que si mis padres me veían ahí no me volverían a hablar en toda mi vida. Que si alguien sabría algo de esa noche mi vida se arruinaría por completo.
    
    Cerré mis ojos, inhalé, exhalé y comencé a meter los alambres en la cerradura de la caja. Me sorprendió lo rápido que logré abrirla, tomé el dinero y escuché el motor de un vehículo que se acercaba. 
    
    —¡La policía! —gritó Zoé desde el fondo. 
    
    Una luz comenzaba a penetrar por las ventanas. Me congelé. El miedo estaba controlando mi cuerpo, no logré mover mis piernas. No supe qué hacer. 
    
    Un hombre muy enojado que tenía un uniforme de policía entró por la puerta, me apuntó con un arma y gritó:
    
    —¡Las manos en donde pueda verlas! 
    
    Levanté mis manos y cerré los ojos. Los $1500 que había logrado sacar de la caja ...
    ... caían al suelo como en cámara lenta. Nunca había deseado tanto no estar en un lugar como en ese momento. Los latidos de mi corazón golpeaban mi pecho. Me consoló pensar que quizá lograría desmayarme.  
    
    —¿Hay alguien más con usted? —me preguntó el policía.
    —Tres chicas más, están al final de las estanterías. Ellas me obligaron a venir. Yo no quería estar acá. Les juro que no tengo nada que ver. 
    
    Otro policía entró por detrás de él y se fue hasta el fondo del local apuntando con una linterna en una mano y el arma en la otra. 
    
    —Aquí no hay nadie —dijo el segundo policía. 
    
    Tal vez no pensaron que esto podría pasar o quizá no yo no les importaba, pero las malditas nunca me dijeron que en el fondo existía otra puerta. 
    
    —Así que sus amigas la obligaron, eh. De media vuelta y ponga las manos en la espalda. 
    
    
    Me esposó y me empujó hasta el patrullero. 
    
    Durante todo el viaje les dije que yo no quería hacerlo, les volví a repetir que ellas me habían obligado. Pero no me creyeron. No me respondieron. 
    
    Cuando llegamos a la comisaría me pidieron mi documentación y me llevaron a una celda en donde me dejaron sola aproximadamente 20 minutos. Nunca tuve tanto miedo como en ese lapso de tiempo que parecía tan interminable como la eternidad. 
    
    Entró un policía a la celda y otro cerró la puerta desde afuera. Me vio sentada abrazando mis piernas en la esquina y me dijo: 
    
    —¿Qué piensas que dirá tu papá cuando lo llamemos y le digamos que venga a buscar a su nena a la ...
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