1. La amorosa hija (Parte 12)


    Fecha: 18/11/2017, Categorías: Microrelatos, Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... te gusta meterte su cosota en la boca!, y mira ¡la tiene gigante! Déjame te digo que es más grande que la de mi marido y de seguro que la de Raúl también, ¿verdad?”
    
    Anne comenzó a relajarse más y aclaró su garganta. No le quedaba más remedio.
    
    “Si sis. Somos amantes desde octubre. Tenías razón en tus sospechas”, confesó Anne, con la voz aún mormada por su reciente llanto, “eres muy perspicaz…, admiro esa forma en que te hueles las cosas. Las fotos comenzaron el domingo, no hay más”.
    
    “Ay sis, es que ponte en mi lugar”, interrumpió Estela. “Dejo a mi padre hecho una piltrafa, todo deprimido, achacoso…, luego me empiezan a llegar fotos de su nueva versión. No, no hay vitamina que me lo explique. Discúlpame por todo. Fui una bruta bien hecha”.
    
    “¡Hubieran tomado fotos en Nueva York! ¡Ya me imagino las cogidas que te ha de haber dado en el jacuzzi!”, dijo emocionada.
    
    Anne le sonrió y asintió. Se sonó la nariz y aflojó el cuerpo.
    
    Comenzaron a pasar foto por foto, mientras Anne le daba los pormenores de cada una, ya en plan mucho más tranquilo e informal.
    
    “Ya me viste sin ropa, ya viste a papi, ya sabes todo”, dijo pausadamente, mientras Estela les sirvió mas vino. “Que vergüenza”, dijo Anne.
    
    “¡Oye condenada, pero que bien conservada estás!”, dijo Estela. “¡Ya vas sobre los 40 y me das envidia! ¡Pareces una jovencita de 20!”
    
    “¡Claro que no!”, contestó Anne. “Lo que sí, debo confesar, es que fui yo la que tomó la iniciativa. Te lo juro que lo veía ya muy ...
    ... mal, muy urgido. Se le paraba mucho conmigo y fue aquí, en este mismo sofá donde me le declaré y le enseñé mis chichis, pero antes mis nalgas bajando de esas escaleras”, dijo, señalando le puerta del ático.
    
    “¿Aquí lo hicieron la primera vez?”, preguntó Estela.
    
    “¿Me creerías si te dijera que fueron unos días después, porque yo salí de viaje con Raúl a visitar a mi suegra en Guadalajara?”, dijo Anne. “Me la pasé pensando en papi todo el viaje… en mi atrevimiento”.
    
    “No, fue en su estudio, en su sillón viejo del escritorio. Ahí lo hicimos por primera vez”, continuó.
    
    “¿Sentada arriba de él? ¡Qué bárbaros!”, dijo asombrada Estela.
    
    “Sentada, hincada, de frente, por detrás… ¡de todas formas!”, precisó Anne.
    
    Estela le pidió que le contara todo, y Anne lo hizo gustosa. Gozaron mucho al recordar todos los incidentes de Nueva York, las locuras en la suite nupcial, el jacuzzi, la ventana, omitiendo únicamente la vez que la orinó en la regadera.
    
    “Me arreglé para él, no para la boda quiero aclararte. La boda era el pretexto”, precisó Anne, y continuó, “pero antes de dejarme en el salón de belleza, me compró un negligé”.
    
    “Cuando estábamos bailando, me acuerdo que tú y Mark no nos quitaban la vista de encima. No sé si te fijaste cuando me giraba y me quedaba un momento frente a él, le rozaba la verga con mis nalgas. ¡La traía bien parada! Yo no llevaba ropa interior, te habrás dado cuenta, pero para entonces, la verdad, ya no me importaba que pensaras”, recordó.
    
    “¿Sabe ...
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