1. Mi hermana Ana


    Fecha: 18/06/2021, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... tapada.
    
    La verdad es que en ese momento estuve a punto de salir corriendo. No había pensado que yo también tendría que desnudarme, Ana iba a ver cómo se me había puesto la polla de dura. Comencé a desnudarme y al quitarme los calzoncillos, dejé al descubierto mis atributos, en todo su esplendor en ese momento. Me percaté de la mirada que dirigió Ana a mi sexo. Supongo que era el primero que veía al natural. No es por presumir, pero ya entonces estaba bastante desarrollado. A Ana le encantó.
    
    - Ya está -dije- Ahora tienes que quitarte la toalla.
    
    Así lo hizo, menos nerviosa ya. Sin darnos cuenta la bañera se había llenado casi a tope, así que tuvimos que vaciarla un poco. Ana, al inclinarse para sacar el tapón y dejar salir agua, me ofreció una impresionante vista de su culo. Además, también pude admirar una perfecta panorámica de la que era mi primera raja de mujer. Mi polla estaba en plena erección. Cuando Ana consideró que ya había suficiente agua, puso de nuevo el tapón a la bañera.
    
    - Venga, adentro -dijo mientras se metía.
    
    Aunque ya he dicho que la bañera era grande, al meternos los dos estábamos más que apretados. Yo me puse enfrente de Ana, mirándola fijamente. Comenzamos a lavarnos, pero en una posición realmente incómoda.
    
    - Escucha -me dijo- Vamos a ponernos de pie que así no hay forma de lavarse.
    
    Obedecí y me levanté inmediatamente, chorreando agua.
    
    - ¿Me frotas la espalda? -me preguntó- Luego yo frotaré la tuya.
    
    Se dio la vuelta y se ...
    ... recogió el pelo hacia arriba, mientras yo comenzaba a frotarle la espalda.
    
    - Sigue hacia abajo -me dijo cuando terminé con la espalda- Continúa hasta los tobillos.
    
    Ahora sí que estaba excitado, viendo cómo la esponja se deslizaba por aquel delicioso culo. Tenía ya ganas de masturbarme, mi polla ya no podía más, necesitaba sentir una mano que aliviara aquel sufrimiento. Cuando terminé, Ana se dio la vuelta quedándose frente a mí.
    
    - Date tú también la vuelta -me dijo- Ahora me toca a mí.
    
    Comencé a sentir sus manos por mi espalda, enjabonando y frotando con delicadeza. ¡Dios, cómo estaba mi polla! Me dolía de lo dura que la sentía… y sin podérmela cascar. Sus manos comenzaron a sobarme el culo y los muslos, e hicieron ademán de meterse entre éstos. Separé ligeramente las piernas y sentí cómo una mano se metía entre ellas, con un ligero contacto con mis huevos. Pensé por un momento que no podría aguantar y que iba a correrme, pero de pronto se detuvo.
    
    - Vamos a salir y a secarnos -ordenó Ana- ¿Qué te parece si yo te seco a ti y tú a mí?
    
    Por supuesto acepté el ofrecimiento. Cogió una toalla y comenzó a secarme la espalda, luego continuó por el culo y terminó por los pies. Al darme la vuelta me secó pelo, cara, pecho y muslos. Por un momento pensé que ‘esa’ zona la dejaría para que me la secase yo mismo, pero no. Cuando terminó con las piernas comenzó a secarme el vello del pubis. Después me secó lentamente los huevos y finalmente la polla. Lo hacía con suavidad, ...
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