1. Mi hermana Ana


    Fecha: 18/06/2021, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... metió en su habitación, cerrando la puerta de un portazo. Yo me fui al comedor algo asustado porque nada había salido como yo esperaba. Si le contaba algo a mi padre iba a meterme en un follón bien gordo. Además, ya podía despedirme de la balsa. Absorto como estaba en mis pensamientos, no me di cuenta de que Ana había entrado en el comedor. Se sentó junto a mí.
    
    - Vamos a ver -empezó a decir- Si no entiendo mal, lo que pretendes es que nos bañemos los dos juntos, es decir, desnudos en la bañera, ¿verdad?
    
    - Sí -contesté recobrando algo del coraje perdido- Y si no me dejas, se lo contaré todo a los papás.
    
    - Eres un crío -me dijo, pero sin enfado en la voz- Por eso no quiero tomármelo a mal, así que vamos a olvidarlo como si no hubiera pasado nada y en paz.
    
    - Te repito que o aceptas el trato o ya sabes que van a saber que te haces pajas -repetí, no dispuesto a darme por vencido.
    
    Se quedó pensativa unos instantes. Creo que había pensado que con el tortazo me habría asustado y que lo olvidaríamos todo, pero no había sido así y tenía que tomar una decisión. No tardó en hacerlo.
    
    - Está bien -dijo- Pero debes jurar que jamás en la vida contarás esto a nadie.
    
    - Lo juro -contesté casi sin dejar que acabase.
    
    Mientras íbamos hacia el baño, sentía dentro de mí una alegría como el que ha vencido en una batalla. Me sentía triunfador. Comprendí que Ana estaba en mis manos. Entramos en el baño, enorme como el resto de la casa, con una larga bañera. Ana abrió los grifos ...
    ... para que comenzara a llenarse, se giró y se me quedó mirando. Ninguno de los dos sabíamos qué hacer.
    
    - Bueno, ¿comienzas tú a desnudarte? -preguntó.
    
    - No -respondí- lo haces tu primero.
    
    No protestó. Se sentó en un taburete y se quitó los zapatos. Llevaba minifalda, por lo que al sentarse pude verle los muslos y de refilón las bragas. Se levantó y se quitó la camisa que llevaba. Me recreé en aquellas tetas cubiertas por su sujetador blanco, de esos que llevan unos aros por debajo y que dejan la parte superior al descubierto. Se bajó la falda y al inclinarse para sacársela por los pies las tetas estuvieron a punto de salírsele del sujetador.
    
    - Venga ahora tú- insistió.
    
    - No, antes termina -respondí de nuevo.
    
    Se pasó las manos por la espalda para desabrocharse el sujetador. Mi corazón parecía un caballo desbocado, al fin iba a ver una mujer de carne y hueso totalmente desnuda. Dejó el sujetador en el taburete. ¡Qué tetas tenía la condenada! ¡Qué maravilla! Estaban duras, no excesivamente grandes pero en ningún caso pequeñas, con un precioso par de sonrosados pezones. Estaba tan extasiado contemplando aquel par de tetas que casi no me di cuenta de que sus bragas comenzaban a descender por sus muslos. ¡Madre mía, qué mata de pelo había allí! Negro, rizado, junto a sus muslos, fuertes y morenos.
    
    - Venga ahora te toca a ti -dijo y al mirarla a la cara vi que la tenía totalmente colorada. Cogió una toalla y se la puso delante- Mientras no estés desnudo yo estaré ...
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