1. Eva y su familia


    Fecha: 09/06/2021, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que la masturbación no tenía secretos para ella. Incluso confesó que había recurrido al consolador de su madrastra en más de una ocasión. Según ella, para que su primera vez no fuese una experiencia traumática.
    
    Recuerdo que aquél día tuve que correr para llegar a casa y masturbarme pensado en la imagen de Eva y el consolador de su madrastra.
    
    Sara y la piscina
    
    Eva había suspendido matemáticas en junio y tenía que examinarse en septiembre. Yo era un crack de los números, así que me ofrecí para ayudarle, y cada tarde me pasaba por su casa, nos encerrábamos en la habitación e intentábamos estudiar entre nuestras largas conversaciones.
    
    La casa de Eva era impresionante, de las más grandes y lujosas del barrio. Disponía de una preciosa piscina en el patio trasero. Más de una vez le propuse a Eva que bajásemos a darnos un baño para relajarnos y evadirnos del estudio. Pero ella siempre rehusaba poniendo múltiples excusas: cuando no tenía la regla no se había depilado...
    
    Yo bajaba a la piscina de vez en cuando para fumar un cigarro mientras Eva hacía algún ejercicio. Una tarde coincidí en uno de mis cigarros con Sara en la piscina. Yo estaba fuera cuando la vi salir de la casa. Llevaba un minúsculo bikini blanco que contrastaba con su bronceado cuerpo: un pequeño tanga y un sujetador consistente en un par de pequeños triángulos de tela unidos por unos finos cordones que a duras penas lograban ocultar sus tetas. Se acercó a mí sonriente y me saludó con dos besos en las ...
    ... mejillas, aunque debo reconocer que el segundo estuvo muy cerca de la boca. La saludé torpemente. Se giró y se dirigió al agua, dejando ante mí la hermosa visión de ese pedazo de culo en el que se perdía el envidiado tanga. Se lanzó al agua de cabeza. Yo intentaba apaciguar mi erección mientras ella retozaba en el agua, cosa que resultó imposible cuando después de un par de largos salió del agua frente a mí y desde la orilla de la piscina me pidió que le acercase una toalla. Sólo respondí ante la segunda petición. Me había quedado atónito observando su cuerpo mojado. Le acerqué la toalla sin perder de vista sus los erectos pezones que se marcaban tras aquella escasa tela. No pude evitar que ella mirase el bulto en mi pantalón. Me dio un nuevo beso, otra vez en el límite, me dio las gracias y se dirigió hacia una de las tumbonas que rodeaban la piscina. Al llegar ella se giró de nuevo hacia mí y lentamente, sin dejar de mirarme comenzó a desatarse el sujetador. Sonrió y dejó caer la pieza de ropa al suelo. Llevó sus manos a la cabeza y comenzó a atusar su melena rubia. Tenía una tetas preciosas, de un tamaño moderadamente grande, pero firmes como sólo las puede tener una adolescente. Sus pezones eran rosados y con una aureola grande, estaban totalmente tiesos. Se tumbó boca arriba y procedió a recolocarse la braguita. Como mera provocación, en el proceso, llegó a levantarla los suficiente como para dejarme ver desde mi posición su vello púbico.
    
    Yo seguía allí de pie con mi ...
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