1. UNA HISTORIA DE AMOR FILIAL. (2)


    Fecha: 29/05/2021, Categorías: Incesto Autor: barquidas, Fuente: RelatosEróticos

    ... fuerte que ella… Le tenía encima y, simplemente con el peso de su cuerpo, la inmovilizaba. Daniel llevó su boca a esos senos y los besó, los lamió… Con fruición, casi con arrobo… Luego su atención se centró en los pezones que ante él aparecieran: Los chupó, los succionó, los mordisqueó… Los disfrutó hasta sentirse ahíto de esos frutos del Jardín de las Hespérides mientras su madre lloraba quedamente con lágrimas del intenso dolor de su alma, de su corazón; lágrimas de vergüenza, de humillación, de mujer vejada; lágrimas de desánimo, de desesperación… Seguía rogando a su hijo que la dejara, que no siguiera, que le permitiera salir de aquella habitación convertida para ella en cámara de tortura. “Por compasión hijo; por piedad, déjame marchar”…
    
    Pero Daniel no cedía un ápice en sus intenciones. Su enervamiento crecía por segundos y para entonces su ánimo era un tropel de emociones disparejas, casi encontradas. Al placer de someterla a su venganza y a la de su padre a través de él mismo, se unía el disfrute de ese cuerpo maravilloso, su obsesión hecha realidad. Ya no sólo quería vengarse sino gozar esa venganza hasta sus últimas consecuencias; deseaba con toda su alma dar rienda suelta a sus más bajos instintos de animal de reproducción sexuada. Daniel entonces no era un ser humano, ni tan siquiera infrahumano, sino una bestia salvaje, una fiera que sólo obedecía a la “Ley de la Selva”.
    
    Con su mano libre Daniel bajó la cremallera de la falda de Elena y tiró de ella ...
    ... hacia abajo, intentando sacársela, pero el alcance de los brazos tiene un límite y ese límite no llegaba a sacar esa falda por los pies sin ayuda. Daniel soltó por un momento las manos de Elena para poderle sacar la falda y la mujer quiso aprovechar para intentar soltarse y huir. Se incorporó casi de un salto y, dando un puntapié a su hijo intentó ganar la puerta de salida. No lo consiguió. Daniel la alcanzó, la tomó del pelo y de un empellón la devolvió a la cama, boca arriba de nuevo. Se volvió a lanzar sobre ella pero Elena se defendió con las uñas por delante que arañaron profundamente el rostro de Daniel, lo que provocó que su hijo le soltara dos guantazos en plena cara, en plenas mejillas. El primero a mano abierta, aplicando toda la ira acumulada y la fuerza de su brazo; el segundo fue un revés a la mejilla opuesta a la ya golpeada.
    
    Ahí acabó la resistencia de Elena. Aquello, las dos bofetadas, acabaron con ella: Su hijo, a la vejación, unía la violencia más brutal. Y eso la desmoronó enteramente. Ante la triste realidad se rindió, pues no tenía sentido seguir oponiéndose a lo inevitable. Se rindió pero no se entregó. Su hijo la tomaría, la disfrutaría, disfrutaría de su cuerpo pero no de su entrega. Sencillamente se resignaría a lo inevitable esperando que todo acabara pronto.
    
    Ya libre de oposición, resignada su madre a sus deseos, Daniel acabó de desnudar completamente a Elena y se desnudó él mismo. Abrió las piernas, los muslos den su madre y la vulva femenina ...
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