1. UNA HISTORIA DE AMOR FILIAL. (2)


    Fecha: 29/05/2021, Categorías: Incesto Autor: barquidas, Fuente: RelatosEróticos

    CAPÍTULO 2º
    
    Al perder de vista a Elena y Humberto, Daniel les buscó con la vista pero nada, se habían vuelto invisibles, habían desaparecido. Y así, con la pareja desaparecida fue transcurriendo la noche. Daniel prácticamente se desentendió de sus acompañantes. Se levantó de la mesa separándose del señor Puigvert y las dos “tigresas” completamente obsesionado con Elena. La buscó sin descanso por todo el local. Era grande, muy grande, con varias pistas, y sí, sería hasta fácil extraviarse allí, no lograr después encontrarse dos personas que se separaran, pero Daniel tenía un desasosiego que no le dejaba vivir; sufría indeciblemente… Sí, los celos le atenazaban, le ahogaban, le destruían minuto a minuto.
    
    Tras bastante más de una hora buscando sin éxito volvió a la mesa, vencido, derrotado. Entonces los encontró, sentados a la mesa, juntitos como antes los viera en la pista, sólo que ahora el Humberto se tomaba más libertades con Elena, pues con una mano le acariciaba suavemente, casi imperceptiblemente, el muslo y a Elena no parecía molestarle. Antes bien reía divertida lo que el Humberto deslizaba en su oído. Cuando los vio al acercarse de vuelta a la mesa Daniel se quedó quieto, clavado al suelo. Luego reanudó el paso hasta llegar allí. Mientras se sentaba en su silla el señor Puigvert le decía
    
    Daniel no respondió. Se limitó a dirigir una fría y dura mirada a su madre cuando ésta le preguntó “Qué te pasa”. Luego tomó el vaso de licor que ante él había sobre la mesa, ...
    ... lo bebió de un trago y a una camarera que, ligerita de ropa, parecía sobrevolar por entre las mesas, le pidió otra copa de lo mismo. Elena vio la rabia en la mirada de su hijo: De nuevo estaba enfadado con ella. Parecía un niño mimado, siempre enfurruñado por cualquier cosa. Se levantó deshaciéndose de la mano con que Humberto pretendía retenerla y se fue a sentar junto a su hijo, desalojando de su sitio al “monumento” que junto al muchacho se sentara. Elena empezó a hacer carantoñas a su “niño”, intentando desenfadarlo, pero Daniel las rechazaba y su rabia iba en aumento. Le sirvieron la nueva bebida y bebió un trago no corto precisamente. Elena a lo “bajinis” le afeaba su manera de proceder con la bebida, pero Daniel, mirándola desafiante, bebió de un trago cuanto quedaba en el vaso, y se volvió para de nuevo llamar a la camarera; ésta le vio e hizo una seña a Daniel en entendimiento de que quería otra copa más.
    
    El Humberto se acercó a Elena deseoso de seguir bailando con ella, besándola y magreándola por todos lados, muslos, culo, pechos, pubis; de seguir alzándole la falda para alcanzar su “prenda más preciada” y allí hundir sus dedos juguetones al tiempo que jugaban, acariciaban y se enredaban en aquel excelso vello púbico… Pero esta vez Elena no estuvo por la labor. Le despidió diciendo que le apetecía bailar con su “niño”. Tomó de la mano a Daniel y tiró de él hasta arrastrarle a la pista de baile.
    
    Se enlazó con él y le pidió perdón por haberse perdido con aquel ...
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