El naufragio del amor - Relatos Eróticos

El naufragio del amor

... después de todo somos adultos.

—mi padre no fue tan delicado en su actuar, según mi madre, con una mano tapo su boca y con la otra salvajemente le arranco sus pantaletas.

El dialogo fue interrumpido por la llegada de Alejandro.

—¿Qué haces aquí? Mira muchacho te advierto que si te veo otra vez cerca de mi mujer lo vas a lamentar.

—no crea que no me voy a defender patrón así que prepárese bien.

—vete Rolando por favor.

El joven pescador se retiró haciendo caso de las palabras de Minerva.

Una vez que se fue Alejandro arremetió contra Minerva.

—¿Por qué tanta confianza hasta por su nombre le hablas?

—así se llama no.

—cuídate de ponerme el cuerno Minerva.

—basta de amenazas hace tiempo que tú y yo dejamos de ser matrimonio, pero no por eso me voy a ir con él, así como así, antes tendría el valor de enfrentarte y decirte que ya no quiero nada contigo, esto todavía no sucede ¿puedes estar tranquilo y dejarme en paz?

—¿y cuando piensas cumplir con tus obligaciones conyugales?

—en cuanto a mí se me dé la gana como a ti.

—Querías bañarte vamos te acompaño.

—está bien vamos.

La noche transcurrió siendo una tortura para Alejandro cuantas veces había cohabitado con Minerva y ahora no se atrevía a tocarla, era muy doloroso para el no poder acercarse a ella cuando antes le decía “ahora ponte así”.

Rolando de nueva cuenta no acudió a pescar tenía suficiente y volvió a buscar a Minerva para invitarle a comer.

—no quisiera ya ves cómo se ...

... pone Alejandro.

—pienso ponerle un hasta aquí.

—no, no lo hagas.

—no te preocupes no pienso agredirlo si él no lo hace. Quieres que continuemos la charla de ayer o ya lo dejamos por la paz.

—no, no sigamos era tu turno cuando llego Alejandro.

—en que me quede así, después de quitarle las pantaletas mi padre se montó encima de ella y la penetro tan salvajemente como pudo eso se repitió noche tras noche hasta dejarla embarazada así nací yo.

—la verdad la vida a veces es injusta, algunas mujeres son tomadas a la fuerza y otras son ignoradas deseando ser tocadas.

—lo dices por algo en particular.

—no, pero al menos tu madre le dio un hijo a tu padre a mí se me niega el derecho a ser madre.

—no es nada bueno, al menos no tienes que cargar con estigmas.

—¿a qué te refieres?

—lo malo de esto no te lo he dicho aún.

—naciste de una violación que puede ser peor.

—que mi padre sea mi abuelo a la vez.

Minerva lo miro incrédula.

—no, no es cierto.

—¿verdad que es monstruoso?

—no digas eso tú no tienes la culpa.

Pensando que la historia se repetiría y lleno de una gran desconfianza Alejandro apresuro su regreso sorprendiendo de nueva cuenta a su mujer con el joven pescador.

—te lo advertí.

Alejandro se fue encima de Rolando apoyado en la lanza que utilizaba para pescar.

—infeliz te voy a enseñar a respetar.

Rolando se deshizo de Alejandro con una enorme facilidad, sin embargo, este no paro de agredirlo y tuvo que comenzar a ...