El naufragio del amor - Relatos Eróticos

El naufragio del amor

Toda la semana había corrido de un lado a otro resolviendo aquí apuntando allá, su vida era demasiado agitada para continuar con ese ritmo, quería más tiempo para ella su sexualidad estaba abandonada desde hacía mucho.

Al menos ahora le ilusionaba el viaje que estaba por realizar con su marido, le había rogado tanto para hacer ese viaje que aún no podía creer que hubiera aceptado.

Cansada pero dispuesta a dar borrón y cuenta nueva, llego a su casa y tomo un baño antes de preparar la cena, consideraba aquel suceso como un cambio increíble, y necesario en su relación. Mientras Minerva se bañaba, hacia un recuento de su vida al lado de Alejandro. ¿Qué le mantenía al lado de aquel frio y calculador hombre?, no lo sabía, solo que se casó con él sabrá dios porque razón, ahora tenía 30 años y seguía al lado de él haciendo su voluntad sin otorgarle el privilegio de ser madre. Nunca le dio una razón, pero se negó rotundamente a convertirla en madre, nunca es tarde quizá ahora esté dispuesto a engendrar. El agua corría por su cuerpo levantando con ello su fatiga.

Minerva era una mujer realmente hermosa de espectacular cuerpo senos firmes y redondos, un vientre tan plano que rayaba en la perfección y unas nalgas redondas enormes y tentadoras, orgullo de Alejandro y envidia de todos sus conocidos. ¿Por qué no quería que concibiera solo lo él lo sabía? Había soportado tantas cosas tan humillantes a su lado, solo el amor que sentía por él le había ayudado a soportarlo.

Termino ...

... su ducha y se dirigió a su alcoba, mientras se vestía se miró al espejo y se dio cuenta de que su belleza seguía intacta, ¿Qué pasa todos me admiran y me atrevería a decir que me desean, porque parece que solo a Alejandro no le parezco atractiva y deseable?

Su larga cabellera húmeda aun caía sobre sus hombros, sus pechos apuntaban al frente coronados por las rosadas aureolas de sus pezones, volteo ligeramente para observar su voluminoso trasero, el único que demuestra con descaro que me desea es el idiota de José, estúpido parece no importarle que Alejandro lo considere su mejor amigo, se vistió y se arreglo era como un reto para ella seducir al impasible Alejandro.

Sin embargo, se llevó una desagradable sorpresa, Alejandro continuo con su actitud pasiva y fría.

Minerva estallo no podía y se negaba a creer que no lograra estimular la libido de su marido.

Alejandro ceno muy ligero y se fue a dormir.

Después de recoger y lavar los trates Minerva se fue acostar.

Su marido dormía como una roca, no podía dormir cambiaba continuamente de postura, frustrada, molesta, reprimiendo sus deseos de una buena sesión sexual.

¡Maldito seas Alejandro!

No sabes cuánto me arrepiento en este momento de no haberle dado las nalgas a José, algún día te arrepentirás de despreciarme te lo juro.

José trabajaba junto a ella y Alejandro, pero solo José y Minerva continuaban en la misma oficina.

Muy a su pesar José trabajaba junto a ella y esto le causaba gran malestar, su ...