El naufragio del amor - Relatos Eróticos

El naufragio del amor

... ocasión el muchacho salió muy temprano y se internó dentro del islote y regreso con una fruta parecida a la piña con un sabor diferente pero igual de dulce, con un pedazo de lámina de la barca improviso un cuchillo y corto varios pedazos de la fruta dando los primeros a Minerva. Esta fue la gota que derramo el vaso.

—sabes chamaco ya me molesto tanta atención para mi mujer, y no me gusta como la miras entre otras cosas.

—nada tiene de malo patrón lo hago frente a usted.

—de todas formas, no quiero que le des nada, nada que tarde o temprano se sienta comprometida a darte las nalgas.

—¿Por qué hablas así Alejandro que te pasa?

—-que este cabron te quiere coger y no estoy dispuesto a permitirlo

—eres un grosero el solo trata de ayudarnos.

—pues no lo permito.

—mire patrón yo puedo ser amistoso o amable como usted dice, pero no tonto, si no le parece di aquí en adelante usted tendrá que proveer el alimento suyo y de su esposa, ya que no desea que le dé nada se lo tendrá que dar usted.

Rolando dio media vuelta y dejo solo a la pareja.

—¿Qué te pasa porque una escena de celos no te entiendo no me tocas y tampoco quieres que nadie me toque no se te hace cruel?

—nunca te habías hecho notar como una puta, me estás diciendo que quieres coger con ese idiota.

—no solo hablo de las circunstancias que he vivido a tu lado, ni siquiera se me había ocurrido copular con ese muchacho.

—Pues que no se te ocurra porque los mato a los dos.

—no te ...

... preocupes no tengo la intensión.

Rolando estaba más acostumbrado a aquella situación y había construido un par de chozas ayudado por toda clase de deshechos que había encontrado en el lugar, ya tenían donde dormir, no más en la playa. Y si llovía tenían donde escapar de los abundantes fenómenos líquidos.

Les había ofrecido el refugio antes de aquel altercado, cuando menos Minerva no sufriría los estragos de la lluvia lo demás ya se las arreglaría si Alejandro no le daba de comer siempre habría alguna forma de alimentar Minerva.

Aquí fue donde empezaron los verdaderos problemas de Alejandro y Minerva, parecía la encrucijada del león la oveja y la pastura.

Por un lado, debía salir a pescar sin tomar en cuenta los trabajos que encontró para hacer su lanza,

La negativa de Minerva a acompañarlo a todas partes.

—-no y sabes ¿Por qué?

—¿Por qué?

—- porque odio tu mendiga desconfianza y será una buena lección para ti.

Aquella noche Alejandro intento seducir a su mujer, quizá la presencia de Rolando o el interés que descubrió en él, pero le devolvió el interés en su mujer y su libido surgió intenso y apasionado además que podía costarle tenía la obligación de complacerlo. Habían transcurrido casi cuatro meses desde aquel naufragio. La noche era propicia el calor era intenso y Alejandro sufrió el insomnio propio del deseo sexual ese que había atormentado a su mujer por más de dos de años, Minerva había encontrado cierto equilibrio a sus deseos de por si deprimidos ...