1. Mundo salvaje -3-


    Fecha: 13/04/2021, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... día, saliendo junto a su querido Juan a cazar, pescar o recolectar, frutas/frutos, cada día, sin separarse de él ni un segundo.
    
    Así, en ese estado de feliz, dulce tranquilidad, fueron desgranándose días, semanas y meses, varios meses, uno tras otro, en esa idílica vida cotidiana. Pero una mañana, a nada de levantarse, mientras desayunaban, Ana dijo a su marido
    
    —Juan amor, desearía una cosa, pero sólo si no te parece mal. Ir a ver a Yago. Sólo sería un par dos días, tres a todo tirar. Hazte cargo, amor, es mi hijo y apenas le veo; le echo de menos, y me encantaría pasar con él dos, tres días cada cierto tiempo, dos meses, dos y pico. Pero sólo si tú estás de acuerdo, si no te sientes mal, dolorido… Pero si te vas a sentir mal, si, por lo que sea, no te gusta que vaya, no iré.
    
    Ana calló, mirándole anhelante; parecía un reo esperando la sentencia, vida o muerte. Y así se la veía, meridianamente, más que nerviosa, esperando lo que él le respondiera. Juan quedó un instante silencioso, serio, para enseguida esbozar una sonrisa que no resultaba todo lo alegre que él quería pareciese
    
    —Pues claro que no me importa. También es mi hijo y te entiendo; comprendo tu deseo, tu desazón, por no verle todo lo a menudo que desearías. Vamos, que no te preocupes, que no pasa nada. Anda ve con él, y quédate cuantos días quieras. Ah, y dale un fuerte abrazo de mi parte; y muchos, muchos besos…
    
    Ana sonrió abiertamente, en una sonrisa que le cubría todo el rostro, de oreja a oreja. ...
    ... Sin duda, era como si acabara de ver el cielo abierto tras horrenda tormenta; como si le acabaran de quitar un enorme peso de encima, un peso que la asfixiara, la agobiara. Y así, contenta, feliz a todo ruedo, al momento se levantó para ir a su marido, echarle los brazos al cuello y besarle, y besarle, y volverle a besar. Mientras decía
    
    —Pero qué bueno, qué complaciente eres conmigo, Juan, querido mío, mi amor, mi vida. Nunca haré lo suficiente para agradecerte todo lo que por mí haces. ¡Te quiero, marido, te quiero, te quiero, te quiero! Y ya verás lo feliz, lo dichoso, que voy a hacerte cuando vuelva…
    
    —¡Anda, anda, tontuela! Marcha ya, mi amor, que, seguro, lo estás deseando. Y, que seas con él todo lo feliz, dichosa, que yo quiero que seas. Ya me ocuparé yo de retirar y lavar todo esto. Venga, amor; vete ya
    
    —Gracias mi vida; muchas gracias, Juan, mi amor
    
    Y Ana salió hacia la puerta toda contenta, casi alborozada, con su marido detrás. Bajo el dintel, el último beso, la última caricia, antes de partir… “Al partir, un beso y una flor. Un te quiero, una caricia y un adiós” Él la siguió con la vista mientras se alejaba, trotando a paso más que ligero hacia su destino, sin volver la vista atrás ni una vez siquiera, al tiempo que en el masculino rostro la sonrisa que ante ella luciera iba quedándose más y más helada, hasta desfigurarse en una como mueca, un tanto triste, un tanto de dolor. Se volvió hacia la casa y, a paso lento, como si de pronto, todos sus miembros, ...