1. Mi segunda vez con una perra.


    Fecha: 24/03/2021, Categorías: Zoofilia Autor: Andy19, Fuente: SexoSinTabues

    ... era mucha, pero aproveché lo quieta que estaba y le metí el dedo medio a la vez que me incorporaba un poco para ver su reacción. La perra estaba quieta, un poco jadeante, para nada incómoda. Levantaba su colita más y más cuando le metía todo el dedo, el cual salía lleno de sus fluídos de perra; ni falta hacía lubricar. Me llevé el dedo a la naríz, ese aroma tan exquisito! Simplemente no podía quedarme así. Me levanté y me quité el pants y los tenis, los arrojé al primer sitio que vi y seguí jugando con la perra hasta que quedara totalmente acostumbrada a mí. Me dejé olfatear tantas veces como quiso, en el culo, en las axilas, en la verga; yo la imitaba lo mejor que podía. Quienes han estado con perras sabrán de lo que les hablo… en ese momento es como si tú te transformaras en un macho canino. La perra estaba bien cuidadita, de manera que no hacía falta bañarla ni mucho menos, aún olía a jabón de perro. Debió ser la perra hogareña más consentida que he visto. En uno de los juegos, la perra quedó panza arriba y yo sobre ella, su vagina sobresalía y colgaba ligeramente debajo de lo hinchada que estaba. Apunté mi verga para restregársela, solo por fuera y ver como reaccionaba, quedando ésta tan quieta como cuando le metí los dedos. Unos segundos bastaron para que chorreara de mis fluídos preseminales y ya estando así se veía más rosada y jugosa. _Tengo que probarla_ pensé, caliente como estaba, así que la tomé de las patas traseras y acerqué mi naríz otra vez… ¡Ese olor ...
    ... maravilloso!. Dejé a un lado mi asco y le pasé un par de lengüetazos, igual que como le hacen los perros. El sabor no era nada del otro mundo. Apenas un poco salado. La perra se puso de pie, muy juguetona y aproveché para agarrarla de las caderas. Así apretada como la tenía, acerqué mi boca y con la mano que me quedaba libre le abrí el coño y le metí la lengua. Ni falta hacía abrírselo… dilatado como estaba. Empecé a comer los fluídos de adentro, saladitos y amargos, pero muy agradables, ni asco me dio. Jugué con lo que pensé que era su clítoris, ya que al tocarlo con la punta de la lengua la perra brincó un par de veces en mi cara, muy rápido, como queriéndose ensartar. Otra vez, la tumbé de panza y le abrí la vagina con mis dedos para tocar el clítoris y ahí la tenía, brincando otra vez y jadeando ¡Qué perra tan más rica!. Me chupé los dedos y le mojé la entrada, me los llevé a la boca otra vez. Ese sabor… Y así, tumbada de panza, le dejé ir toda la verga sin ninguna dificultad hasta los huevos; no hubo resistencia, ni siquiera sentí el músculo que abotona la verga de los perros. Tan necesitada estaba la pobre. Me tumbé de espaldas sin sacarle la verga y la dejé sobre mí, brincaba magnífico, se ensartaba solita. Varias veces le saqué la verga cuando estaba a punto de venirme y jugaba un poco con ella, le metía los dedos, le chupaba el coño, hasta que no pude más y en una de esas le dejé venir toda mi energía sexual acumulada. La perra nunca hizo por quitarse, gozaba tanto como yo, ...