1. Soy una sucia masoquista


    Fecha: 24/02/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... subí hasta mi boca y aprisioné los anillos de los pezones con los dientes. Después bajé mis manos a la vulva y mientras jugaba tirando y retorciendo con los dedos de una el anillo del clítoris, me metí tres dedos de la otra en la vagina y me follé a mi misma. Recosté la espalda en la pared proyectando la pelvis hacia delante para tener una mejor perspectiva en el espejo de mi lúbrica maniobra. Se leía perfectamente el tatuaje sobre el vértice de mi vulva que decía: "SI LO LEES, USA EL AGUJERO". Con ciertos bikinis me procuraba buenos ligues en la playa ... si me colocaba en la posición necesaria ante mi presa.
    
    Me giré para contemplar la preciosa cenefa a colores tatuada a lo largo de mi riñonada que resaltaba los redondos y rellenos cachetes suaves y morenos.
    
    Aprecié lo lasciva y sucia que era al retornar al frente y ver el angelote tatuado sobre mi pecho izquierdo que exhibía un falo descomunal. Ese no lo ocultaba nunca. Cualquiera podía verlo. Satisfecha, me imaginé entregando ese cuerpo del espejo a lo que de él se quisiera hacer dentro de una hora. Ese pensamiento aceleró la obtención del primer orgasmo de una tarde en que esperaba coleccionar muchos.
    
    En la lengua llevaba un pasador con dos bolitas para proporcionar placer a mis amantes cuando mamaba sus pollas o lamía su chumino. La bola superior llevaba una perforación para pasar por ella una anilla, la cual me coloqué para proporcionar a mis castigadores de esa tarde otro punto de restricción.
    
    Con el ...
    ... mismo objeto me puse el collar de metal forrado de cuero por la cara interna y las dos pulseras a juego. Me coloqué un sujetador de cuero de media copa cuya única función era realzar y comprimir mis pechos acentuando el efecto de los anillos de los pezones. Unas medias de malla ancha con ligas a medio muslo completarían mi vestimenta.
    
    Dos cadenillas de acero se incorporaron a mis tobillos y otra a mi cintura. Que no dijesen que no facilitaba el uso de mis carnes a voluntad. El toque final: De la argolla de mi clítoris colgué una bola dorada pendiente de una fina cadenilla que hacía estirar y sacar aún más fuera de su capuchita el clítoris mostrándolo descaradamente. Los dos anillos de los labios los uní también por cadenitas a unas pinzas sujetas a las ligas de las medias. Así quedaba el coño obscenamente abierto. Ya estaba dispuesta.
    
    Abrí la puerta a la cuadrilla encargada de mi placer con el coño ya chorreando de impaciente avidez por el sexo y el dolor. Entró primero Phil, que me oprimió una teta con su manaza y con la otra me soltó una sonora y fuerte palmada en una cacha.
    
    - Qué hay sucia pervertida.
    
    Seguía Elodie, que aprovechó que me frotaba el manotazo de su marido para agarrar los anillos de mis pezones y levantar mis tetas tirando de ellos al mismo tiempo que me hacía girar contemplándome.
    
    - ¡Ah!. Ma vieille chienne salaud. Pgepaga tu langue paga mi gefgescag mon chaud coñó.
    
    El giro a que me obligó Elodie me dejó de espaldas a Ngongo, el cual metió su ...
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