1. Soy una sucia masoquista


    Fecha: 24/02/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Hacía unos días que no tenía noticia de Tomás, mi amante. No quiero decir que eso significase que estaba a dos velas. Tengo suficientes recursos para proporcionarme una buena sesión de sexo gratis cada día, y eso que voy a cumplir pronto los 50 años.
    
    No me voy a describir más que someramente. Pese a mi edad conservo buen cuerpo. Nada excepcional en cuestión de formas o volúmenes. Conservo el pandero levantado y las tetas son apreciablemente grandes aunque algo pendulonas. Los muslos son fuertes y seguidos de pata recia. Mi cara no es admirada por su belleza, pero sí por su gracejo resaltado por mi corto pelo rubio. Mi orgullo se centra en mi piel y en mis manos. Aún conservo una piel inmaculada y suave, dorada por igual gracias a mis sesiones de rayos UVA en invierno. No tengo estrías, ni varices, ni celulitis .. ni nada, salvo algunos encantadores tatuajes que yo quise tener, o mis sucesivos amantes sugirieron.
    
    Suelo llevar los pezones, los labios mayores y el clítoris adornados con gruesos anillos de oro que relucen como el sol en mi depilado pubis y estimulan cualquier miembro viril solo de verlos.
    
    Mis manos son mi mayor orgullo, que todos mis amantes, masculinos o femeninos, alaban cuando se posan sobre sus cuerpos. Nadie escapa a su belleza ni a su cálida destreza y suavidad.
    
    Tengo tendencias masocas que me costaron el divorcio cuando progresivamente iba exigiendo de mi marido un trato duro. Después busqué en otros hombre y mujeres alguno con tendencias sado ...
    ... que se complementasen conmigo, pero ninguno colmaba mis expectativas, sobre todo cuando me entra el subidón de ansia de tratamiento de perra salida y sucia.
    
    Tomás me suele servir normalmente. Pero no cuando me llega la calentura fuerte. Afortunadamente tengo el gabinete sado al que suelo acudir en esos casos. Pero esta vez quería ser follada y humillada en mi propia casa. Me daba morbo.
    
    Llamé al gabinete y solicité la presencia de Phil, su esposa Elodie y de Ngongo, mis tres negros favoritos a la hora de darme caña. Phil y Ngongo son senegaleses, mas negros que mi alma, corpulentos y con unos rabos de los que solamente se ven en ciertas películas porno. Elodie, la esposa de Phil, y su compañera de trabajo también, es una opulenta mestiza haitiana que no tiene el menor inconveniente en prestarse a cualquier clase de perversión que se le pida.
    
    Quedé de acuerdo en pagarles un plus por "trabajar" fuera del gabinete y acordamos una sesión de tres horas para el día siguiente empezando a las seis de la tarde.
    
    Quería hacerlo en mi jardín. Mi casa está en el campo aislada de otras edificaciones. Es raro que nadie pase ante su puerta porque el único camino se dirige precisamente a ella. Pero además mi amplio jardín está rodeado de un muro de tres metros de altura y muy arbolado, por lo que es invisible a nadie del exterior. Sería un buen lugar para materializar mi fantasía. Además así no se mancharían los muebles ni el piso de la casa con los efectos de las cochinadas que ...
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